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De la que nos hemos librado. Menos mal que ha sido un ayuntamiento conservador el que ha ordenado el cierre de la Hípica. Es un excomunista como Ribó el que decreta el fin de uno de los últimos símbolos del pasado nobiliario y señorial de ... Valencia y se arma otro 2 de Mayo. Al grito de «Mos volen furtar la cavalleria» se habría levantado la ciudad y la huerta. Pero como la decisión partió de un consistorio presidido por MªJ Catalá no se ha inmutado ni la Real Sociedad Valenciana de Agricultura, que tanto presumió de ella. La que no ha dicho «hágase en mi según tu palabra» (la Real Hermandad del Santo Cáliz, que es el cuerpo colegiado de la nobleza titulada valenciana), ha dicho amén (Corporación de Infanzones del Reino de Valenciano). Ni la cegata oposición municipal ha encontrado anormal la contundencia y rapidez con que el PP ha decretado el lanzamiento. Están los seis polideportivos del 'cap i casal' con las concesiones caducadas desde 2018-2019, con el quebranto económico que ello supone para las arcas municipales. A ninguno de los adjudicatarios que están en precario se le ha retirado el usufructo del bien por falta de mantenimiento -flagrante en la mayoría de los casos- o se le ha sancionado por el cierre patronal practicado a raíz de la subida del precio de la luz. El último de los 24 convenios de gestión indirecta de canchas monodeportivas en caducar expiró hace ocho años. ¿Y el día 15 no debe quedar una sola brizna de paja en las cuadras de la calle Jaca, galopa jaca al viento, porque la licencia de explotación expiró en marzo? ¿Sólo van a poner de patitas en la calle a la Hípica? Yo seré un mal pensado, pero a mí me van a tener que explicar un poco mejor por qué a este adjudicatario se le aplica la legislación vigente a rajatabla y a los demás no sólo no se les adecenta el negocio sino que se les permite que continúen explotándolo mucho tiempo después de que expire la concesión. La presencia de media docena de elegantes caballos de monta en una gran zona ajardinada del casco urbano no puede ser la excusa. En una comunidad donde hay más perros (1.013.139, según el censo de 2022) que menores acompañados y donde los ayuntamientos pugnan por ver cuál de ellos crea más corrales de socialización canina y destina más dinero a la alimentación de las aún más antihigiénicas colonias felinas (sólo en Valencia hay 500), el problema no pueden ser seis pobres caballos. La verdad es que hay quien está deseando quedarse con las instalaciones de la Hípica y el solícito gobierno que se las está poniendo en suerte no quiere contárnoslo. ¿Por qué? Ah.
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