El colega Javier Alfonso señalaba días atrás un dato que no por usual resulta menos irritante. Antes dejó Valencia de ser Capital Verde Europea, el mayor de los eventos promovidos por una coalición, la del PSPV con Compromís, contraria a realizar inversiones efímeras hasta que ... alcanzó el poder, que el Gobierno calificó este evento de «acontecimiento de excepcional interés público» (AEIP). Una consideración que permite a los patrocinadores de este tipo de actos acogerse a beneficios fiscales. Y que sí que tuvieron jalones tan dispares a la par que concentrados en unas plazas concretas como el Año Santo Jubilar de San Isidro Labrador y el South Summit, de Madrid, o la Copa del América, de BCN. Con lo que pudieron captar más mecenas que el Ayuntamiento de Valencia. En su resumen anual, el corresponsal municipal de LAS PROVINCIAS Paco Moreno ponía, por su parte, el acento en la falta de un balance que permita conocer qué ha dado de sí esta capitalidad principalmente honorífica. Decir dos meses y pico antes de que concluyera el ejercicio que se habían invertido 67 millones de euros en 240 acciones, signifique lo que signifique la palabra en este contexto, relacionadas con el verdor europeo y sin entrar en detalles constituye un acto de fe, un 'actus fidei', que no se le puede pedir al sufrido contribuyente. Habrá que aportar pruebas y datos que lo acrediten, daba a entender Moreno en el corolario. Por lo que a mi respecta, si alguna conclusión he extraído de este hito es que, con obligaciones continentales o sin ellas, todos los concejales de jardines hacen lo mismo. Plegarse al dictado de las modas arboricultoras con independencia de su adscripción política. Con todo lo chulo que es el de Valencia, Juan M.Badenas -recuerden que concurrió a las elecciones en camiseta imperio, como Marlon Brando, y con un martillo neumático al hombro-, no ha hecho nada en materia de arbolado que no hiciera antes que él Pilar Soriano. Cierto es que no se puso flamenca cuando condenó a muerte a 3.800 moreras so capa de que sus frutos ensucian las calles y el de Vox, sí. Decretó el exterminio paulatino de las palmeras como si estuviera en el Reichstag y afirmó vicariamente que la mejor forma de acabar con la plaga de cochinilla que afecta a las melias que pueblan el 'cap i casal' es no dejar una sola en pie. Muerto el perro se acabó la rabia. Pero ahí acaban las diferencias. Y las aportaciones de la capitalidad, ya que incluir en su haber el comienzo de las obras de Jardín de Jesuitas no es de recibo. Debió inaugurarse hace décadas. Lo que tardó el consistorio en desembarazarse de las hipotecas heredadas del dimisionario Pérez Casado.
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