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Mientras el presidente del Consell, Carlos Mazón, sostenía con un sombrero de paja un pato en la Albufera y el resto del Consell miraba al palmípedo como si nunca hubiera visto un ánade, miles de valencianos se desperaban, como cada día, para lograr una cita ... para pasar la ITV. Mazón estaba en lo importante y el resto de ciudadanos, en lo exasperante. La inspección técnica se ha convertido en tema de conversación en comidas de domingo, en barras de tardeo y en descansos de trabajo. Mi reino por una cita previa. Mi mujer me advirtió esta semana de que en agosto vence la tarjeta de los dos vehículos que hay en casa y que hay que buscar fecha para un imposible.
Ayer me puse manos a la obra, a la pelea por la cita previa. Miré las dos estaciones de Valencia y los calendarios de junio y julio aparecían en rojo sin posibilidad de reservar una hora. Mi agosto en un pozo. Dos estaciones en la ciudad de Valencia para un parque móvil aproximado de medio millón de vehículos. Una proporción insuficiente. El rastreo por el resto de estaciones de servicio me premió con la misma insatisfacción. Lo único que encontré, que no lo mejor, fue una cita el 23 de julio a las 19 horas en Utiel. Una hora que a la vuelta, tras consultar con mi mujer si nos venía bien, ya no encontré. En la web de citas previas de Sitval -el organismo público creado por la Generalitat para tratar de ajustar el desbarajuste- hay una teléfono al que llamar. Un 960 88 22 00 que suena y nadie contesta. A los cinco minutos de estar en espera te cuelga sin más y claudicas por agotamiento.
A mí me enseñaron a pelear y lo intento con un número gratuito que aparece en las notas de prensa de la Generalitat y que sigue colgado en internet. El 900 847 847, que al llamar ya no da ni tono ni ganas ni nada de nada. Y me pongo a buscar un número de Sitval, para pedir explicaciones, que alguien me de un motivo del por qué no tengo cita, que me ofrezcan la oportunidad de al menos cantar las cuarenta, del desahogo ciudadano que ve que pagar los impuestos no implica una buena atención pública. Y ni hay número ni razones.
Llamo a la Jefatura de Tráfico de Valencia para rogar clemencia en el caso de que me pillen sin ITV y sin cita, no por dejación sino por irresponsabilidad administrativa. Y allí tampoco nadie responde, ausentes, cansados o hartos de dar explicaciones.
Un familiar policía local me dice que si me pillan, los 200 euros dependerán de cómo se haya levantado el compañero, y un amigo guardia civil me avisa de que a ellos nadie les ha comunicado que sea indulgentes aunque haya un resguardo de cita. Y al final, pienso que Mazón quizá prefiera salir con un pato en tik tok antes de pensar que por cada cita imposible se pierde un voto para el PP.
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