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El francotirador

Som de la Terreta

HÉCTOR ESTEBAN

Viernes, 18 de octubre 2024, 00:13

En el Festival de Les Arts, celebrado en ese festivalódromo en el que se ha convertido la Calatrava de postal -incluidas las goteras del museo- políticos de todo pelaje, tipo y condición disfrutaban (supongo que por el gañote; insisto, supongo) de los grupos de moda ... tras el cierre de las Europeas. En zona de 'very important person' y bien pertrechados de vaso y bebida porque el fin de las Europeas así lo merecía. Los hermanos Sánchez son los oligarcas empresariales de los festivales en la Comunitat Valenciana, desde el Arenal Sound a la conquista del mundo, y los apellidos que están negro sobre blanco en el negociado sin publicidad que ha permitido digitalizar (entiéndase por dar a dedo) la organización de los conciertos del Som de la Terreta a razón de tres millones de euros -por cierto, que manía de 'alacantinizar' el territorio cuando nadie en Valencia enarboló 'terreta' alguna-. Un precio, para los que somos ajenos e ingenuos al backstage, algo disparatado porque no creemos que Taburete trabaje a precio de Cold Play. Hace unos días, un amigo me decía sobre el tema: «Uaté, ahí hay tomate». Nunca entendí el interés de Presidencia de arrogarse las funciones de festivales y comuniones más allá de la morriña de Marengo y la versión del 'Sólo tú' de Bachelli -puesto 14 en Eurovisión en 1981 con 38 'points'-. Dicen que hay asesores del presidente a los que les gusta tanto correr como el tardeo, por lo que es la única relación que se me ocurre para tanta fiebre del sábado noche. La burbuja de la zona VIP te aleja de la vida real, aunque sólo haya una valla de separación. Los políticos y el resto del mundo. Espacios de cesión gratuita para cobrar los litros de cerveza a 11 euros, para pasar por caja si quieres salir del recinto y gastos de gestión por imposición si alguien quiere recuperar sus migajas económicas de unas pulseras 'contactless' que nunca cuadran. Así es la vida en el universo Superstruct, los americanos que compraron por más de 100 millones de euros la maraña de The Music Republic pero que dejaron a los hermanos Sánchez al frente porque sabían que abrían puertas. Y una de ellas pueden ser la de los tres millones de euros a través de Iron Stage, la nueva firma de la familia que ha servido para facturar los conciertos del Día de la Comunitat Valenciana. Superstruct -acaba de ser comprada por el fondo de capital riesgo KKR por 1.300 millones de euros- no da punzada sin dinero y su balance de cuentas siempre se cierra en positivo. La oposición ha pegado su primer bocado de la legislatura y ha enviado el negociado sin publicidad de los conciertos a Fiscalía por si viera algo turbio. Los socialistas han tomado la iniciativa y ya le han dado al botón del ruido como en su día hicieron con gurteles y demás. Hay que esperar, pero que nadie pierda de vista que en política los excesos de confianza son el primer paso para que el interés común brille por su ausencia a favor del beneficio personal.

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