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Hay dos debates. Uno en el Congreso, con resultado decidido de antemano, y otro en la calle, de conclusión incierta y consecuencias diferidas. Feijóo sabe ... que perdía el primero y se ha centrado en el segundo. Ha empezado duro, desgranando las razones por las que no alcanzará la investidura, al no estar dispuesto a aceptar lo que su rival aceptará sin pestañear. Se ha agarrado a la igualdad como nuevo mantra que otrora enarbolaron las izquierdas y que ahora han postergado tras intereses personales y ha propuesto pactos como alternativa a la radicalidad. Su discurso ha tenido un profundo sentido económico. Con nuevas medidas fiscales en favor de las rentas medias y bajas y, en especial, de los nuevos emprendedores. Una oferta sensata que, sin embargo, no servirá para nada. Ese es nuestro drama.
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