El precio de la luz se dispara este jueves con la nueva tarifa: Las horas prohibitivas para encender los electrodomésticos

Despleguemos el mapa de Valencia. Miremos hacia el mar. ¿Qué vamos a hacer con La Marina? ¿Debemos volver a acoger eventos como la Copa América? ¿ ... Cuándo zanjaremos, con consenso, el tema de la ampliación del Puerto en vez de hacer de ello una bandera electoral? ¿Veremos algún día culminado el Parque Central? ¿El plan del Grao? ¿Y el instituto de Patraix? ¿Qué prioridades nos marcamos como ciudad? Todos queremos una Valencia amable con los mayores, accesible para las personas con discapacidad, con alternativas formativas y de entretenimiento para los jóvenes, creadora de trabajo estable, con un plan para el turismo del futuro claro y coherente... Una urbe, en resumen, que sea sostenible y acorde a las necesidades de los ciudadanos.

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Pero, ¿por qué somos incapaces de lograrlo? ¿Porque parece imposible trazar todos juntos un modelo consensuado de ciudad? ¿Por qué tendemos a propiciar la polarización y a dinamitar, legislatura tras legislatura, proyectos que son clave? ¿Tenemos incapacidad para desarrollarlos o falta de medios para hacerlos posible? ¿Son planes verdaderamente viables o, más bien, el fruto de antojos personales o de arrebatos electorales?

El catedrático de Ciencia Política de la Carlos III, Ignacio Sánchez-Cuenca, escribía en 'El País' esta semana que el desacople «entre los anuncios de planes y sus ejecuciones últimas tiene un efecto desmoralizador en la opinión pública». Y añadía que se ahonda en la sensación de que la política son puros fuegos de artificio: «sin esos anuncios los gobiernos no consiguen sobrevivir». Los partidos políticos y, junto a ellos, la sociedad civil en general y los técnicos y especialistas en particular, deberíamos tener la capacidad de escapar de esa espiral de escenarios virtuales y promesas electorales. Y, frente a ello, mirar abiertamente más allá. Sin complejos. En este contexto -y buscando contribuir a ese objetivo-, un grupo de expertos proponen hoy en LAS PROVINCIAS setenta aspectos clave para dilucidar qué Valencia queremos. Un punto de partida, dentro de la iniciativa 'Tendemos Puentes' impulsada por este periódico, que busca contribuir a cimentar las bases de futuro sobre las que se debe asentar esta ciudad. Siempre fuera del ruido político y de los sesgos partidistas. Porque, para conseguir este reto, no podemos encerrarnos en la burbuja ideológica. Más bien hay que propiciar lo contrario. Debemos tener la generosidad de salir de esa zona de confort ideológico y facilitar el debate, la reflexión y la búsqueda de puntos de encuentro que deriven en pactos mínimos. Acuerdos, a ser posible unánimes, que permitan a la tercera ciudad de España y una de las grandes referencias urbanas del Mediterráneo, seguir creciendo con racionalidad .

¿Qué buscamos con ello? Como periódico de referencia de la Comunitat, y de forma muy especial de Valencia, propiciar que ese diálogo y debate honesto que tanto reclamamos (pero luego poco practicamos) encuentre foros adecuados donde hacerlo. Y, a su vez, como medio de comunicación influyente, difundir sus conclusiones y sintetizar los puntos de acuerdo y posibles caminos a recorrer todos a una y sin fisuras. Todo ello, para contribuir a hacer una Valencia mejor. Una Valencia común que escriba su futuro en plural y desde la diversidad; pero, sobre todo, desde el consenso. Algo que sólo se logra aceptando las decisiones que adopten la mayoría y construyendo esa ciudad del mañana de forma conjunta.

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¿Es una utopía? Más bien es una urgencia intentar conseguirlo. Y una obligación para nosotros el propiciarlo. Porque el día a día nos demuestra que es acuciante responder a las necesidades que tenemos como gran ciudad, dentro del contexto de un país como España y un planeta en plena convulsión. Porque todo cambia a una velocidad vertiginosa y todo es tremendamente líquido e inestable. Tener bases sólidas es, ahora más que nunca, una prioridad. Quedarnos en el provincianismo (mirándonos el ombligo) y dedicarnos sólo a cuidar nuestro corral ideológico, es un error tremendo. Por sostenibilidad, eficacia y racionalidad, debemos aunar esfuerzo y talento para afrontar las necesidades sociales, ecológicas, laborales, económicas, culturales, sanitarias, generacionales... de Valencia y de los valencianos. Y no hay mejor momento para lanzar este reto que este año en el que estamos a puertas de unas elecciones y en el que podemos pedir -exigir-, a quienes van a configurar el nuevo consistorio, que trabajen de forma conjunta en contribuir a dibujar la Valencia que queremos. Una ciudad en la que quepan todos y se contemple las necesidades de todos. Más allá de la visceralidad partidista -a veces tan obsoleta que llena todo de oscuridad- y de los enroques personalistas de un alcalde o alcaldesa de turno. Porque la Valencia del mañana no debe tener la impronta de un nombre propio o de un partido concreto; al contrario, debe ser un espejo nítido en el que se refleje toda su ciudadanía.

Es domingo, 23 de abril. Si el político, que debe predicar con el ejemplo, rehuye el debate, estamos perdidos. Hace un daño atroz a la Democracia y a la pluralidad. Convierte su discurso en farsa. No hay excusas. No debería haberlas.

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