No sé si los datos del CIS publicados ayer son fiables. Y, por tanto, tampoco sé hasta qué punto es cierto que ocho de cada ... diez españoles desconocen quién es la ministra de Ciencia, Innovación y Universidades, Diana Morant. Sí que sé, sin necesidad de la demoscopia de José Félix Tezanos, que la líder del PSPV tiene un problema que va más allá de su invisibilidad a nivel nacional y diría que regional. Es un problema de presencia, de hacer llegar su mensaje de manera directa a sus posibles votantes y, como consecuencia, de influencia. Sus mensajes -lo que piensa- flotan en la nada. No porque carezca de capacidad para comunicarse y desplegar su talento -que tiene de sobra-, sino porque su entorno se empeña en mantenerla encerrada en una especie de urna de cristal, aislada de la realidad valenciana, atada al argumentario de Moncloa y sometida a una agenda poco atinada. Mientras eso pasa, su ADN valenciano se diluye con los días entre la indiferencia. De un sorbo y sin azucarillo.
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