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Urgente La juez de la dana imputa a la exconsellera Pradas y al secretario autonómico Argüeso
Txema Rodríguez
No es suficiente
Plaza redonda

No es suficiente

El gran despliegue de efectivos y medidas, cuatro días después de la riada, es de agradecer aunque llega tarde y hace falta muchos más

Jesús Trelis

Valencia

Domingo, 3 de noviembre 2024, 00:23

Llegó tarde. Porque cuando el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunciaba el ansiado despliegue de efectivos para poder salir de este infierno, miles de voluntarios tomaban ya, por segundo día consecutivo, los pueblos arrasados. Lo hacían para estar junto a las víctimas de la catástrofe más atroz que hemos vivido. Y lo hacían repartiendo los alimentos y el agua que nadie les llevó; entrando en sus casas y limpiando el fango que inundó sus vidas; manchando sus cuerpos con el barro destructor y abrazando a quien lloraba desconsolado. Sí, el anuncio de Sánchez llegó tarde y no nos preocupa ahora -insisto, de momento- por qué no se movilizó toda esa ayuda cuando la tragedia ya había abierto en canal esta tierra. Sólo queremos que el despliegue se produzca sin demora, con celeridad y de forma eficaz. No nos interesan -en este instante trágico- los navajazos políticos ni las disputas entre ellos sobre quién debía pedir efectivos, cuándo, cómo y porqué procedimiento. Sólo nos importa y apremia que salven a nuestra gente, que nos salven; que recuperen a las víctimas mortales, a nuestros muertos; que nos ayuden de manera acelerada a reconstruir nuestro territorio, nuestra Valencia... Y que nos traigan esperanza. Lo pedimos, sin alzar la voz pero con un contundente grito silencioso. Porque somos parte de este país; al que hemos sido y siempre lo seremos solidarios y leales con él. Y por algo tan obvio, que sonroja tener que decirlo: por humanidad. Lo pedimos, sí, por humanidad. Que ni los malditos protocolos, ni la burocracia de las competencias hagan más atroz esta tragedia infinita.

«Valencianos, no os vamos a dejar solos», sentenció Sánchez esta dramática semana. Días después, sin ánimo de señalar al Gobierno central ni al autonómico, con Carlos Mazón al frente, les rogamos que, en efecto, no nos dejen solos. Que no nos abandonen. Porque, como el propio jefe del Ejecutivo admitió, lo anunciado no es suficiente. Ni la petición de ayuda del Consell ni lo prometido por Moncloa. No es suficiente cuando todavía llegan mensajes de pueblos que se sienten desamparados y olvidados. No es suficiente cuando aún hay parkings en centros comerciales y en fincas particulares repletos de vehículos sumergidos y, quién sabe, si de víctimas. No es suficiente cuando hay usuarios sin luz, ni agua, ni cobertura. No es suficiente cuando los coches aún campan por las carreteras. No es suficiente cuando la falta de atención sanitaria de personas con enfermedades crónicas o dependencia está poniendo en jaque sus vidas o bienestar. No es suficiente cuando las familias carecen de las mínimas garantías higiénicas, cuando lograr un medicamento es una hazaña, cuando toneladas de basura se acumulan a su alrededor, cuando los pequeños carecen de pañales y alimentos para bebés, cuando los dueños de comercios devastados tienen que hacer guardia a las puertas de su establecimiento para que no le saqueen... Ante tan depredadora tragedia, nada parece suficiente y es letal llegar tarde.

Cuando lo peor pase y asome el riesgo del olvido, necesitaremos que, de verdad, no nos dejen solos

Eso sí, damos gracias. Y con rotundidad. Por todo lo que se hace. Las damos con rabia contenida, con dolor, con impotencia porque sabemos que necesitamos más. Pero damos gracias a quienes intentan gestionar este caos infernal que no parece tener horizonte; a quienes están y han estado rescatando a personas atrapadas jugándose sus vidas; a quienes han atendido el teléfono de urgencias, han consolado a los familiares de las víctimas, han repartido alimentos... Damos gracias a todos, porque lo contrario sería injusto, déspota y de un populismo atroz. Pero necesitamos más. Mucho más. Cada minuto que pasa, la urgencia crece. Necesitamos recuperar los cuerpos de nuestras víctimas para acabar con el tormento de la incertidumbre y de la espera; necesitamos más vehículos pesados que vayan limpiando las huellas descomunales del drama; necesitamos más grupos electrógenos, para que vuelva la luz; necesitamos hospitales de campaña, para atender en los pueblos las necesidades de personas enfermas o vulnerables... Y necesitamos que dejen de aflorar las disputas políticas que son un zarpazo a las víctimas y un hachazo a la sensibilidad colectiva.

Que, ni los protocolos establecidos ni la burocracia de las competencias, hagan más atroz la tragedia

Necesitamos eso y que se empiece a planificar el mañana. Porque desde ya, precisaremos una ayuda ingente a todos los niveles para poder ponerse en pie, como canta nuestro himno regional. Necesitaremos todos los medios necesarios para poder recuperar el tejido empresarial y de pequeños comercios en las zonas afectadas. Necesitaremos reabrir centros de salud y colegios, viviendas para quienes lo han perdido todo, asistencia psicológica para las víctimas y familiares cuando el tiempo pase y los recuerdos se conviertan en angustia. Urgirán tantas cosas y con tanta premura que todo nos va a parecer insuficiente.

Y exigiremos, evidentemente, respuestas a lo que ha ocurrido. Respuestas a la gestión del Estado de la autonomías y respuestas a la catástrofe climática. Saber qué paso, por qué y cómo se podría evitar. Y necesitaremos soluciones. Acciones concretas que nos permitan soñar con que esta tragedia no volverá a suceder, ni aquí ni en cualquier otro punto de la Comunitat o país. Necesitaremos, en definitiva, recuperar la confianza hecha añicos y poder dormir tranquilos cuando vuelva la amenaza de las fuertes lluvias.

Debemos dar gracias a quienes se están entregando desde la gestión o la acción a paliar el drama

Estamos instalados en el epicentro de los días más angustiosos y horribles de nuestra historia reciente. Cuando esto pase, nos adentraremos en el erial del dolor incesante y de la cotidianidad destruida. Necesitaremos, entonces, más abrazos que reyertas políticas. Necesitaremos que, de verdad, no nos dejen solos.

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