María José Catalá anunció ayer que una nave del parque central se convertirá en el museo de Manolo Valdés. No es un anuncio más. De ... hecho, es algo ilusionante en un momento en el que todo parece estar con el freno de mano puesto y, como es lógico, centrifugado por las consecuencias de la dana. La prioridad es reconstruir lo perdido. Lo recuperable, claro. Pero, junto a ello, tener una visión de futuro, un proyecto de ciudad que mire más allá, es un imperativo. Ese Espacio Valdés habla, precisamente, de esa mirada ambiciosa, vibrante y cosmopolita que precisa Valencia. Pero no sólo en la cultura. En todos los ámbitos. Del urbanismo a la movilidad, de los servicios sociales al tejido económico. La Valencia que queremos se debe dejar ver ya: clara, viva y sin dilación. Con un plan. El Plan Valencia que, como el alma que esconde la obra de Valdés, sea sólido, imaginativo, a veces barroco, mediterráneo, universal... Con futuro y con hechos. Sobre todo hechos. Hay mucho por hacer y hay que hacerlo ya. De un sorbo y sin azucarillo.
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