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Es la palabra de moda desde el pasado lunes. «Noqueado»: dícese del estado que Alberto Núñez Feijóo le atribuyó ese día -el martes ya no- al president de la Generalitat, Carlos Mazón, en las fechas inmediatamente posteriores a la dana del 29 de octubre. Noqueado ... equivale a derrotado, hundido, grogui... Usted o yo nos podemos sentir noqueados, pero ¿el president de la Generalitat? Se supone, o hay que suponer, que el máximo responsable del Gobierno valenciano no puede llegar a estar noqueado. Pero claro, también hay que suponer que el presidente de tu partido no va a aprovechar una entrevista radiofónica -brillante Alsina, como siempre- para dejar a uno de sus presidentes autonómicos a los pies de los caballos. Feijóo ha puesto su «noqueado» al nivel de «El Ventorro», otra expresión que con su sola mención destripa al jefe del Consell por lo ocurrido el 29 de octubre. Decía este jueves el síndic de Vox, José María Llanos, que quizá el teniente general Gan Pampols era algo así como el enemigo en casa del propio Mazón, por las declaraciones en las que quiebra la argumentación del Consell. Llanos, habilidoso como pocos, se habría podido referir también al enemigo en casa que, para Mazón, ha sido esta semana Núñez Feijóo. Y uno puede entender que el presidente nacional de los populares respire por la herida, porque después de haberle pedido a Mazón que reclamara al Gobierno la declaración de emergencia nacional, el dirigente valenciano evitó hacerlo. Pero de ahí a debilitarlo en público, justo cuando el Consell comienza a tener cierto relato con la calculada lentitud del Gobierno a la hora de hacer llegar las ayudas a los afectados... Siempre habrá quien piense que Feijóo podría haberse mirado a sí mismo antes de definir a Mazón de la forma que lo hizo. El presidente popular se quedó probablemente tan noqueado o más que el dirigente valenciano tras las elecciones del 23-J, cuando tras la apabullante victoria de su partido en las elecciones autonómicas solo un mes antes, fue incapaz de rematar a Sánchez en las generales. Podría hablarse de noqueado a Feijóo después de no haber conseguido desnudar a Sánchez en las sesiones de control del Congreso de los Diputados, donde el presidente del Gobierno sale en la mayor parte de las ocasiones bastante mejor parado que él mismo. Técnicamente, más que líder de la oposición, Feijóo parece en ocasiones el director general de la oposición al Gobierno. Y ello sin contar lo que ya sabemos, que cuando llegó a la presidencia del PP decidió dar a Mazón por bueno, por más que en quien él confiaba era Isabel Bonig. Feijóo, convertido en noqueador de presidentes, sabe o debería de saber que no tiene alternativa a Mazón. El que estaría dispuesto a sustituirle sin pestañear, Francisco Camps, no puede ser el relevo. Y el que debería de haber sido, Esteban González Pons, no quiere ni oír hablar de esa posibilidad. Ya ni nos planteamos la opción de desvestir la alcaldía de Valencia para una arriesgadísima apuesta por María José Catalá. ¿Y entonces, lo de noqueado a qué vino? ¿O acaso piensa Feijóo que sin Cataluña, sin el País Vasco y sin la Comunitat Valenciana puede llegar a ganar unas elecciones generales? ¿O se le ha olvidado que el botón de la convocatoria electoral anticipada lo tiene Mazón y no él? Lo del perro del hortelano se queda corto. Teniendo sobre la mesa la ley Begoña, que es esa que establece en resumen que sólo el PP y Vox pueden ser corruptos, el líder de la oposición debería de estar en otra cosa, y no en debilitar a sus barones territoriales. Niño deja ya de joder con la pelota.
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