Que se olviden, que no contemplen la menor esperanza. La ansiada normalidad, la recuperación de las localidades arrasadas por la riada, la reconstrucción de carreteras, puentes, colegios, centros de salud o polideportivos, no llegará en mucho, mucho tiempo. La imagen que se vive todavía en ... Picanya, Paiporta, Aldaia o Catarroja, los coches amontonados, el barro en garajes, la sensación de haber vivido un conflicto bélico, se prolongará meses o años, lo que se necesite. Porque quién dispone de los medios y los recursos como para actuar con celeridad, el Ejecutivo central, no tiene ninguna prisa por ayudar a que los miles de damnificados puedan ir rehaciendo sus vidas. Si Sánchez ya reaccionó tarde y mal con la ayuda, al no declarar la emergencia nacional el día después de la DANA -quizá el error más grave cometido por Carlos Mazón en la gestión de todo este desastre-, no se dará más prisa a la hora de aportar recursos para resolver los daños que deja la DANA. Hay 8.000 militares trabajando sobre el terreno, ha asegurado la ministra de Defensa. ¿Y por qué no son 16.000 o 32.000? Pedro Sánchez anunciaba esta semana en el Congreso que se habían aprobado ya 16.600 millones de euros en ayudas. ¿Y por qué no son 31.000 millones como pide el Consell? ¿Y cuándo piensan enviarlas? El líder del PSOE, en su comparecencia en el Congreso de los Diputados, anunció una comisión de investigación sobre la gestión de la DANA. Como si alguna comisión creada en la Cámara Baja hubiera investigado algo alguna vez. Y añadió: «aún no es el momento». Claro, no es el momento porque no hay unas elecciones a la vista. Ese momento llegará, sin duda, cuando más le interese políticamente al líder socialista. Como si no tuviera claro él que la única responsabilidad es de Carlos Mazón, y que es al presidente al que hay que achicharrar. Faltaría más. Ni que lo importante fuera poner todos los recursos a disposición de los ciudadanos. ¡Pues son más de 220 fallecidos! Y más de uno preguntará: ya, todo eso está muy bien, pero ¿y la Generalitat? Pues también debería de volcarse bastante más con los damnificados. Para empezar, porque si la administración autonómica tiene un presupuesto de 30.000 millones de euros, debería de ser capaz de movilizar bastantes más recursos de lo que ha hecho hasta ahora. Y si lo que faltan son fondos porque el ministerio de Hacienda se niega a hacer transferencias a fondo perdido -que de lo que se trata es de alargar esto-, pues se recurre al endeudamiento. Y si luego la AIReF de turno tiene que reclamar responsabilidades por incumplir la regla de gasto o el tope de déficit, pues se asumen. ¿O es que hay algo más importante que hacer para una administración autonómica que estar con los que están sufriendo? ¿O es que hay que preocuparse ahora por superar el 50% o el 60% de deuda pública cuando media provincia de Valencia se ha arruinado?
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Lo decepcionante, lo único que no resulta tolerable en este momento, es jugar a hacer política. Política de la peor, de la que pone el calendario electoral sobre la mesa para obtener la mayor rentabilidad posible. La que ignora el sufrimiento de un pueblo por mero interés político. Luego llegarán los Alvises de turno, y sesudos creadores de opinión debatirán sobre lo ocurrido y sentenciarán sobre el descrédito de la política y los políticos. Y tendremos lo que nos merecemos, por mero cálculo electoral y por no poner los intereses de los ciudadanos por delante de todo lo demás. Ya se llega tarde. Dice Sánchez que «aún no es el momento». Se equivoca. El tiempo ya ha pasado. Y que no se crea que no le pasará factura.
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