En una sociedad en constante innovación y cambio, hay costumbres y tradiciones que merecen ser preservadas. Es el caso del oficio de panadero y pastelero artesano, un oficio arraigado a la historia y cultura de nuestra sociedad.
Inmersos en plena Semana Santa, serán muchas las personas que degusten y disfruten de la tradicional mona de Pascua, el panquemao o la torta de pasas y nueces. Elaboraciones que marcan celebraciones importantes y que encapsulan siglos de tradición, técnicas y recetas transmitidas de generación en generación y un compromiso inquebrantable con la excelencia y el producto de calidad.
Sin ir más lejos, desde el Gremio de Panaderos y Pasteleros de Valencia, estamos inmerso en plena campaña, uno de los momentos más importantes del año para todos nuestros agremiados, debido al importante incremento del volumen de ventas.
Una campaña en la que realizamos diversas actividades de promoción del producto valenciano artesano como, por ejemplo, el ya tradicional concurso de Dulces de Pascua, que este año, cumple su 37 edición. Un concurso que pretende ser un escaparate para algunos de los más de 700.000 productos que, por estas fechas, se realizan en nuestros establecimientos agremiados, así como una muestra del compromiso, tanto de los profesionales de la pastelería como de la población, con la tradición artesanal valenciana en torno a la Mona de Pascua y otros productos típicos de la región.
Pero para mantener viva esta tradición, es crucial que nos aseguremos que las generaciones futuras estén preparadas para asumir el relevo. Muchos de nuestros compañeros y compañeras de profesión más experimentados se están acercando a la jubilación, y la falta de relevo generacional en las panaderías y pastelerías tradicionales es una realidad que podría poner en peligro la continuidad de este oficio ancestral en nuestro país.
Muchos jóvenes no consideran estos oficios como opciones en su vida profesional, optando, en cambio, por caminos más convencionales o tecnológicos. Queremos y debemos conseguir que la panadería y pastelería sea un oficio atractivo para la juventud, una juventud que sigue pensando en aquellos horarios de antaño sin final trabajando los 7 días de la semana. Somos un sector que ha ido evolucionando y adaptándose a las circunstancias actuales. La innovación dentro de la profesión, la formación y los avances tecnológicos nos han permitido mejorar las técnicas de elaboración y han hecho posible una mejor y mayor conciliación familiar y personal.
Por esto, es fundamental fomentar y apoyar el interés de las nuevas generaciones en estos oficios, ofreciendo oportunidades de capacitación, programas de formación y reconocimiento del valor intrínseco de convertirse en un panadero o pastelero artesano
Pero el relevo generacional no solo implica mostrar el atractivo de esta profesión o tratar de inculcar valores como la pasión, el compromiso y el respeto por la tradición. Debemos ser mentores para las generaciones más jóvenes, compartiendo nuestros conocimientos y experiencias, para que puedan llevar adelante nuestro legado con orgullo y dedicación.
La falta de profesionales cualificados deja latente la necesidad de una formación reglada y específica para nuestro sector y pone el foco en modelos de formación dual como, por ejemplo, el francés, en el que el aprendiz desarrolla entre el 60 y el 75 por ciento de la formación en la empresa.
Es por eso, por lo que demandamos a la Administración una formación adecuada a nuestras necesidades y las de los alumnos de formación profesional y el apoyo para invertir en programas de formación sólidos y accesibles, que ofrezcan a los jóvenes las herramientas necesarias para convertirse en los panaderos y pasteleros del mañana.
En definitiva, la conservación del oficio tradicional de panadero y pastelero va más allá de la mera producción de alimentos; es la preservación de nuestra identidad cultural, la garantía de la calidad gastronómica y la salvaguardia de una herencia artesanal que ha resistido el paso del tiempo.
Somos partidarios de mirar al futuro con optimismo y esperanza. Como panaderos y pasteleros artesanos, tenemos el privilegio y la responsabilidad de preservar una tradición milenaria y debemos trabajar juntos para asegurar que perdure por muchas generaciones más.
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