El antic nou Mestalla

Mestalla o Nou Mestalla. He ahí la cuestión. Si tienen cierta edad recordarán a José Peris Frígola proponiendo en su día que se remodelara el ... actual Mestalla en lugar de cambiar de estadio. Su fórmula no se llevó a cabo en Valencia pero sí la hizo propia el Betis para su Benito Villamarín. Aquí se optó más por el modelo Atlético. El nuevo metropolitano, por cierto, comenzó a construirse más tarde que el Nou Mestalla y el Atleti ya lleva tres temporadas jugando en él. Hoy el debate nos devuelve a Peris Frígola y su idea de no moverse de donde uno está. Desde el punto de vista sentimental no hay debate posible; Mestalla es un templo insustituible. Un lugar mágico testigo de todas las batallas de su centenario dueño. No hay embrujo mayor en nuestra liga. Y estoy seguro que si hiciéramos una encuesta entre los valencianistas ganaría apabullantemente la opción de no tocar Mestalla. Yo, desde luego, no lo tocaría. Pero, ¿Mestalla está bien? La atmósfera es inigualable y la presión al rival reconocida por todos. Pero, hoy, el fútbol es otra cosa. Ya no solo prima lo deportivo. La economía se ha merendado al juego y todo el mundo sabe que el crecimiento de los clubes pasa por recintos modernos: estadios multiusos, zonas recreativas, restauración y rédito los 365 días del año. Lo ideal sería haber remodelado Mestalla a los nuevos tiempos y no emigrar al nuevo. Pero eso ya no es posible. Hay una sentencia de derribo del Supremo sobre Mestalla y hay 150 millones invertidos en el nuevo estadio. El único debate posible es obligar a Lim a terminar de una vez el Nou Mestalla y hacer un equipo de fútbol que vuelva a la Champions. Esa es la sostenibilidad del Valencia y no la desvergüenza de Lim: no poner un duro en el estadio (recuerden que CVC no es suyo) y tampoco en el equipo.