Secciones
Servicios
Destacamos
Entre el público de un espectáculo de magia hay dos tipos de personas: las que se preguntan «pero ¿cómo lo ha hecho?» y las que, como yo, exclamamos «pero ¡cómo lo ha hecho!». La diferencia es que las primeras quieren averiguar el truco y las ... segundas, no. Yo nunca quiero saber cómo consigue un mago encandilar al auditorio. Prefiero disfrutar del ilusionismo. Lo contrario es curioso, pero aburre. Conocer las tripas quita emoción. En cambio, asombrarse y no alcanzar a saber cómo lo ha logrado permite mantener el encanto durante más tiempo.
Con los políticos sucede algo parecido. Hay ilusionismo, prestidigitación y juego de manos, pero no ilusión. Usan trucos, y, aunque no siempre se ven las estrategias, se intuyan. Casi es mejor no saberlo porque más que promover la magia, evidencian una capacidad indescriptible para el disfraz. Pura supervivencia, no creatividad.
Por eso no me extrañó el contenido de ese correo equivocado que la Moncloa mandó ayer a los periodistas antes de la rueda de prensa habitual tras el Consejo de Ministros. En él, figuraban los argumentos que debían seguir los ministros para contestar a todas las preguntas posibles, sobre todo, las incómodas, como las referidas al caso de Begoña Gómez, Koldo o Aldama. Hasta la dana se incluía en el argumentario de ayer referida el «bulo» de Mazón sobre las ayudas.
En cuanto se dieron cuenta del error mandaron otro correo pidiendo que no se utilizara el documento anterior. Y eso resultó aún más inexplicable. En realidad, los ministros salen todos a coro, a menudo, para repetir la partitura que repartieron ayer equivocadamente. Así pues ¿cómo pedir que no se emplee el contenido, si cada martes y fiestas de guardar se repiten los mismos argumentos? Lo asombroso es que los periodistas acudieran a la cita sabiendo las respuestas a sus preguntas. Si ya las tenían, ¿para qué desplazarse a la Moncloa? Es una cuestión que puede formularse cada semana y en casi todos los casos de políticos sometidos a sus argumentarios. Supongo que las exigencias del trabajo y algo de morbo por saber si, en efecto, iban a poner el mismo disco rayado, les movió a hacerlo. No hubo sorpresas. Y los periodistas, habiendo accedido al libro de instrucciones del mago, se entretuvieron más que otros días en rizar la pregunta para sortear la respuesta prefabricada. Es lo que tiene el diseño, con escuadra y cartabón, de las explicaciones públicas de los políticos. Vale más extraer las claves analizando sus intervenciones que acudir a ellas conociéndolas de antemano. Con nihil obstat, incluso.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.