Defendía Platón en el siglo V a.C que el mejor gobierno era el de los sabios. No creo que conociera ninguno formado por esa estirpe y, de hecho, si lo propuso fue porque quedó horrorizado de que la democracia acabara con Sócrates, a su ... juicio, el hombre más sabio y justo de su tiempo. No es fácil que un filósofo o un intelectual llegue a gobernar, aunque los ha habido más cercanos a ese perfil que a otros. Suele ponerse de ejemplo a Marco Aurelio en la Antigüedad o a Václav Havel, en el tiempo contemporáneo. Pero vivimos momentos en los que ni siquiera un político profundo nos gobierna, no digamos que lo hiciera un pensador. Nada más lejos de la realidad.
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Sin embargo, lo que estamos a punto de ver en Estados Unidos es la peor parodia de esa exigencia de una aristocracia del poder. En el sentido platónico, quiero decir. La llegada de Elon Musk a la Casa Blanca es un ejemplo de todo ello y Trump es la peor aristocracia. Cuando Platón habla de «aristocracia» no mantiene un planteamiento clasista, sino que defiende el gobierno de los mejores, entendido como el compuesto de hombres de virtud y sabiduría. Nada que ver con su versión desvirtuada que también critica, una mera oligarquía, que se asemejaría a la combinación de poder económico y clase social que representan Trump y Musk.
Siempre hemos sospechado que, dada la necesidad de recursos para las campañas electorales, la presidencia norteamericana está reservada para unos pocos: los que tengan influencia para conseguir esos recursos o quienes ya dispongan de ellos y sean capaces de captar más. Ése es el caso del futuro gobierno norteamericano. De hecho, hay quien dice que el dueño de 'X' «se ha comprado un gobierno». Y no le falta razón. Eso es algo que intuimos en buena parte de la clase política. Sin llegar a esos extremos, el que consigue auparse y colocarse bien en el poder o dispone de dinero y posición, o tiene contactos que se la proporcionen. Es lo que Pablo Iglesias denominó «casta» hasta que descubrió que era estupendo poder formar parte de ella. Ningún ciudadano de a pie llega a gobernar, salvo algún ayuntamiento pequeño.
Lo de Musk, en cambio, es mucho más que casta. Es clase. Es la capacidad de encarnar el poder por designación casi divina, no ciudadana. Trump no cree estar representando a los votantes, sino que está convencido de que ellos han sido capaces de señalar al Elegido, que es distinto. Por eso da pavor que los millonarios nos gobiernen. No solo porque lo hagan para su propio beneficio sino porque se crean enviados a una misión elevada.
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