Cada día tiene su afán y cada temporada con Sánchez, su recuerdo de Franco. En dos o tres días, comenzará la campaña especial 'remember' diseñada en la Moncloa para celebrar la muerte del dictador de la que este año se cumple medio siglo. Pero lo ... mejor es que lo anuncian como si el final hubiera sido el resultado de un esfuerzo por terminar con él. En realidad, murió de viejo, es decir, vivió y dirigió los destinos de este país todo lo que quiso, de modo que la celebración tiene un defecto de origen. No celebramos la muerte, que le sobrevino por causas naturales, sino que este país quiso cambiar cuando él desapareció y no se aferró a un pasado falto de libertades políticas. En definitiva, el motivo de celebración enmarcado por Sánchez en ese «España en libertad» es un homenaje a la Transición, aunque base toda su esencia en renegar de ella.

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Dijo Sánchez cuando presentó la iniciativa que el objetivo era poner en valor el cambio producido en España durante 50 años y «homenajear a quienes lo han hecho posible». Eso significa reconocer la tarea de los políticos y políticas de la Transición, también a Fraga o al propio Suárez; a personajes de la vida social como el cardenal Tarancón o al propio rey Juan Carlos. El problema es que la finalidad no es ésa porque ésa ya está inventada y celebrada por activa y por pasiva. Aunque no interiorizada, como podemos ver. Quienes hoy nos dirigen creen haber inventado la convivencia entre españoles de modo que, en el fondo, pretenden homenajearse a sí mismos por haber sido capaces de plantar cara a quienes consideran herederos de Franco. Aunque sean ellos quienes más lo conjuren a diario.

En realidad, quieren jalear a sus huestes, algo desencantadas, bajo el pendón del antifascismo y de paso presentar a todos los que no lo comparten como neofascistas, sobre todo, PP y Vox. Así, se apropian de una concordia que no practican para combatir a sus peores enemigos autonómicos, es decir, a Díaz Ayuso. La única estrategia que le funciona a Sánchez es «sin mí, el abismo», por eso, intenta exacerbar los ánimos para que cualquier crítica a este 'homenaje-fake' sea interpretada como un alegado franquista. Presentada así la oposición, en el radicalismo feroz, al votante sensato no le queda más opción que él. Mientras un tercio del parlamento sea nacionalista, el miedo a la derecha dará el triunfo a Sánchez. Con Franco o con el osito de Mimosín. La urgencia en el PP es reivindicarse como herederos de quienes dieron la vuelta a las Cortes franquistas para allanar el camino de la democracia.

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