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Dice la Fundación del Español Urgente (FundéuRAE) que 2023 se marcha como el año de la polarización. Una palabra aplicada originariamente a la física y ... los polos terráqueos que en este año se ha popularizado en la política y la sociedad en general, al representar cualquier tipo de enfrentamiento entre opciones contrarias y en el escenario en que sea «habitual el desacuerdo». Ni fentanilo, ni amnistía, ni FANI, ni euríbor. Polarización.
Y por primera vez estoy de acuerdo con la elección del término. Porque da igual por dónde analicemos la actualidad, que el año ha venido marcado por una constante división y falta de entendimiento. Empezando por las guerras de Oriente Próximo y Ucrania y continuando por una política nacional donde términos como honestidad, principios, lealtad, igualdad, transparencia y respeto por todas las instituciones del Estado quedan desdibujados reiteradamente.
El triunfalismo y autocomplacencia de Sánchez haciendo balance del año desde la Moncloa y en el atril institucional es buena muestra de ello. Ni siquiera en su papel de presidente dejó de cargar contra el PP. Como si Feijóo y no él fuera la causa de los males del país y la falta de credibilidad que despierta su persona. Quien presume de «negociar hasta la extenuación» ha resultado incapaz de alcanzar ningún acuerdo de Estado con el legítimo ganador de las elecciones generales. Una generosidad que curiosamente sí tiene con quien le garantice el cumplimiento de sus aspiraciones personales, que por lícitas que sean pueden rayar la indecencia.
Incumplir la palabra dada reiteradamente, cuando no mentir conscientemente, es el mayor lastre en el haber de un servidor público. En política, el valor de un candidato se mide por su palabra. No hay nada más punible que la falta de ella. Lo que ayer era blanco y por lo que te votaron, hoy no puede ser negro. En política no. Lo decía el presidente John A. Lincoln, «un dilema es un político tratando de salvar sus dos caras a la vez». Bildu fue no y ahora es sí y se le entrega la alcaldía de Pamplona y a los prófugos independentistas se les iba a traer a España para ser juzgados y hoy pueden ser amnistiados.
Dice la RAE que divorcio, incumplimiento, ruptura, división y cisma son de la familia de polarización y yo me pregunto cuál de estos términos no es aplicable a la gestión de Sánchez. Porque lo son todos. Una sociedad crispada, tensionada y enfrentada es el legado que deja en un 2023 que se recordará como el del «todo vale... por seguir en el poder». Dice el horóscopo chino que pasamos de la inteligencia y prudencia del conejo al honor, prestigio y poder del dragón. Y como lo acierte igual, apañados vamos.
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