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Parafraseando al ministro Puente, y sin saber de antemano si será insulto o sarcasmo, el caso de Mónica Oltra y cuanto se dijo de ella ... desde su imputación hasta hoy, cabe preguntarse si la hipocresía y el fariseísmo debería incluirse en el manual de cómo convertirse en político con cuatro lecciones básicas. Que ella beba de su propia medicina o que tenga que morir con el mismo veneno que dio a otros, no merece más comentario que la evidencia de la hemeroteca, pero que los mismos que le hicieron el vacío y la dejaron sola y vencida, claman ahora por su 'beatificación política' y la presenten como si se tratara de una mártir redentora, es de una desvergüenza notoria, cuando no, de una provocación.
Ya sabemos que la presunción de culpabilidad es de primero de táctica de desgaste del contrario y que algunos adquieren el grado de maestría en ella, pero otra cosa muy distinta es que los afines pretendan someternos a todos a una suerte de flagelación colectiva bajo la pregunta trampa de quien repara ahora el daño causado. Que lo responda Oltra, que de saltarse la presunción de inocencia -a pesar de ser abogada- sabe un rato. Que responda Oltra por el vía crucis al que ella, Ximo Puig y todo el progresismo sometió a Paco Camps, Rita Barberá y tantos otros cargos del PP valenciano hasta colocarnos el marchamo de la autonomía más corrupta de España, herencia reputacional lo denominaba Puig. Los mismos que condenaron sin prueba ni sentencia a tantos, hoy exigen reparación para una de los suyos. Desfachatez absoluta.
Hay lección en todo esto. Lo primero es celebrar que tengamos un sistema judicial capaz de dar marcha atrás cuando no existe fundamentación penal alguna, por mucho ruido mediático que lleve. Lo segundo, que seamos capaces de eliminar las penas de telediario y dejar de judicializarlo todo; tercero, que apartemos a cuantos jueces y abogados sin licenciatura pululan en tertulias y en redes; y cuarto, que los partidos (todos) dejen de tratar como apestados a los suyos por imputaciones que en la mayoría de los casos terminan en nada. En lo personal, cabe empatizar con una Oltra que respira aliviada de su calvario judicial, porque en lo personal ya debe haber sufrido bastante por haber compartido su vida con un abusador sexual.
Así que hace bien Oltra en permanecer callada y en no entrar al juego beatico del Compromís que la dejó caer sin miramientos y que hoy le abre las puertas o del PSOE ximista que abdicó de ella por el daño que le estaba haciendo a la marca botánica. Y el resto, a exigir el mismo trato digno para todos, que todavía está por oírse alguna voz de la izquierda política y mediática exigiendo la misma reparación/reconocimiento 'público' para la niña tutelada, hoy una mujer. Y hace todavía mejor la ex vicepresidenta en seguir con su vida como si tal cosa, a la espera de momentos más propicios para lo que quiera y cuando quiera.
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