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Una vez ha saltado por los aires el principio de igualdad ante la ley, ahora toca dinamitar la distribución justa y solidaria de los recursos ... públicos y crear una justicia a medida del poder. La actividad política tras el 9-J emana noticias a borbotones en un frenesí contra reloj, aunque no sepamos muy bien de qué o de quién. Mientras la ministra de Hacienda, la desmedida señora Montero, declara sin atisbo de rubor que Cataluña «merece tener un tratamiento especial» en materia de financiación autonómica, su guía espiritual se entrega al ultimátum y la amenaza para controlar el poder judicial.
No importa que Sánchez haya perdido cuatro elecciones consecutivas en el último año: municipales, autonómicas, generales y europeas y haya hecho retroceder a sus asociados. Él se sigue manejando como el elegido de la razón y la verdad absoluta permitiéndose señalar a las amistades peligrosas de otros mientras basa su acción de gobierno en el 'a cambio de' a quienes antes de ayer negaba el pan y la sal. Él puede jugar con los opuestos ideológicos o los contrarios, el resto no. El PSOE con Bildu, el PSOE con la derecha extrema de Junts, el PSOE con la derecha del PNV y el PSOE con la extrema izquierda y el independentismo con Podemos, Sumar o ERC. Consejos vendo que para mí no tengo. Y el PSOE, el histórico socialismo, sin más programa de gobierno que lo que vaya surgiendo y el votante, por lo que parece, normalizando esta política vaivén.
Surgió el asunto de la imputación de su esposa (y ahora el de su hermano) y se gestiona el control de jueces, fiscales y de los vocales del CGPJ mientras anuncia medidas de «calidad democrática» que vengan a imponer a los periodistas un modelo de periodismo que silencie las críticas y los escándalos, los propios claro. O que en plena rebelión judicial por la aplicación de la amnistía, el independentismo vuelva a reírse del Estado desoyendo al TS con la votación que elige al titular del Parlament y sea la ministra Montero la encargada de contentar al secesionismo de manera inmediata, anunciándose un trato de favor que no tendrá ninguna otra región de España. Sánchez, quien debería ser el presidente de todos, jugando al Monopoly para que Illa sea presidente... y él también. Todo muy poco serio, otra vez.
Como ya hizo con el tema del Sahara y Marruecos, Afganistán e Israel o aquellas sentencias de «con Bildu no vamos a pactar, si quiere se lo digo 20 veces», «no dormiría tranquilo con Podemos» o «yo siento vergüenza que un político indulte a otro». Una cosa y la contraria a la vez. Un camino que lleva recorriendo desde 2019, a espaldas de los suyos gran parte de las veces y sin más criterio y debate que sus propios deseos. Una carrera hacia el precipicio, ahora también al más puro estilo peronista y bolivariano de ir contra la justicia y los medios. Con él nunca se sabe, como tampoco se conoce de dónde sale ese treinta por ciento de votos.
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