No os olvidaremos. No cabe mejor expresión que la utilizada por LAS PROVINCIAS al cumplirse el primer mes de la mayor tragedia que ha sufrido nuestra autonomía. Es la manifestación del compromiso adquirido por este diario hacia los que ya no están, y hacia quienes, ... aun estando, también se han 'ido'. Un pacto con los que sobreviven atenazados por un miedo doble; el de cómo encarar el futuro más inmediato y el de no terminar invisibilizados. Angustia por cubrir las necesidades diarias más básicas y temor al ostracismo.
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Una preocupación que no se levanta precisamente sobre un periódico, este, que si bien ha informado a diario, extensamente y sin descanso desde aquel 29 de octubre, seguramente no ha sido lo suficiente dando voz a cuantos han gritado pidiendo auxilio. Así lo ha recogido con humildad la pluma de Jesús Trelis. Pedía perdón nuestro director por, a pesar del esfuerzo, no haber llegado a más en justicia a lo que merecen víctimas y damnificados, mientras ratificaba el compromiso de toda una redacción en no soltarles de la mano. LAS PROVINCIAS seguirá siendo fedatario del cumplimiento de las promesas de todas las instituciones del estado. Ayuntamientos, diputaciones, Generalitat y gobierno central fiscalizados. Un examen continuo sobre su gestión que no admite ni un solo fallo.
Queda tanto por hacer, tanta necesidad que cubrir, que el tiempo de la lamentación debe cerrarse ya. Es momento de contribuir y arrimar el hombro, tirar del barco y arremangarse. Y ya vamos lentos en ayudar. Todo debe ir mucho más rápido de lo que va. Como fue en la respuesta al incendio de Campanar cuando solo estaba al mando una misma administración. Capear con tanta zancadilla e indignidad es urgente y necesario por agotador que resulte. Son tiempos sin siglas y de lenguajes de empatía y afinidad que se manejen de tú a tú. Es hora de valientes que asuman culpas y pidan perdón. Se ha vuelto obligado.
Un mes en que vamos de la solidaridad más estremecedora a ejemplos de profunda miseria moral que deberían cercenarse de cuajo. A río revuelto… parásitos políticos de limitación intelectual que creen justificado su sueldo pidiendo dimisiones o promoviendo mociones de censura. En tiempos convulsos, asaltando el poder. Vergonzante. Ahora no queda otra que apechugar con lo hecho, trabajar sin descanso y esperar a los tiempos en que la justicia depurará responsabilidades, que lo hará. Hoy vemos como el dolor infinito, la tristeza, el miedo y la rabia estallan a borbotones en cada pleno municipal. Pero también hay silencios lacerantes como los que describió Santiago Posteguillo que te rompen el alma. La sensación de abandono está demasiado enraizada entre los afectados y debe reconducirse sin dilación. Ni por justicia ni por humanidad puede repetirse.
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