Urgente La juez de la dana imputa a la exconsellera Pradas y al secretario autonómico Argüeso

Dignidad y valentía. En ello ando enredada estos días y pienso en cuánta falta le hacen a la política patria. La reflexión me la motiva ... Francisco Camps, Paco para los que le conocimos desde que fuera edil de Tráfico allá por 1991, al hacer sus primeras declaraciones tras saberse libre por fin de un calvario de más de 15 años, y la confirmo amargamente, viendo a Pedro Sánchez riendo a mandíbula batiente mientras decía «sí» a la Ley más ignominiosa de nuestra democracia. Lo que uno tiene de sobra, el otro carece. Por exceso y por defecto, así va la cosa.

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Decía Camps que dimitió y emprendió su cruzada judicial para «defender la institución, la dignidad del PP que hoy sale fortalecida y mi honor». Y que pocos lo han hecho como él; 10 de 10. Absuelto en todos y cada uno de los procesos. Una lucha de titanes sin aceptar pactos ni acuerdos de sometimiento. Luchando solo (y nunca mejor dicho) hasta que se impusiera la verdad. Y haciéndolo, además, en el escenario más hostil posible. El linchamiento que enfrentaron Rita y él en centenares de horas de radio y televisión, portadas de periódicos y en las actuaciones de titiriteros de postín, no es ni comparable al supuesto ambiente hostil que se da hoy contra los inquilinos de la Moncloa. La Comunitat fue convenientemente convertida en el Show de Truman y ridiculizada al máximo con parodias y burlas por «el caloret», «amiguito del alma», el sastre, los bolsos, los trajes, las camisetas, «te quiero un huevo», «se busca vivo», etc.

Y a estas alturas, todavía está por verse que alguno de los actores necesarios del que podría considerarse como el primer escrache mediático de la historia de España le haya enviado un mensaje de texto privado con un sencillo «lamento el daño innecesario que te causé». Y destacan por indignos los silencios de Oltra, Puig, Baldoví o Pablo Iglesias, que no solo desplegaron una estrategia de acoso y derribo al PP como marca sino contra las personas de Paco y Rita. Había mucho de cacería y de inquina personal. Tanta, como para que el PSOE de Puig -está por verse quién pagó a los abogados- se personara como acusación particular en las 10 causas, llegando a pedirle 100 años de cárcel y 150 millones de euros de responsabilidad civil. Gracias a los tribunales, ahora sabemos que la famosa «herencia reputacional» la creó la izquierda botánica... para llegar al poder.

Para que ahora Sánchez pretenda dar lecciones de decencia política y dignidad con ese fango, fango, fango lleno de bulos y mentiras en el que esconde sus culpas cuando fue su propio partido, junto a Podemos y Compromís, los primeros que pisotearon injustamente los derechos y el honor de muchos inocentes, también como Sonia Castedo. En un cara a cara de Rajoy y Sánchez, este último espetó «un presidente de gobierno debe ser decente y usted no lo es». Pues así está el asunto, nueve años después.

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