En el último episodio de 'La pasarela de la esperanza', el podcast que este periódico ha publicado en la web a propósito de la catastrófica dana, escuchamos a varios miembros de la banda de Benetússer, cuyo local sufrió graves destrozos tras la riada. En los ... últimos días he conocido diversos testimonios de personas afectadas y llega un momento en que la acumulación casi me ha hecho inmune. Porque si no el dolor sería insoportable. Hasta que de repente un relato vuelve a sobrecogerte, a obligarte a tomar conciencia de lo ocurrido, a que repares en otros datos relacionados con la gestión de la dana en los que todavía no habías caído.
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Sucedió con algo que contó en ese capítulo, el quinto de la serie, María Ángeles y que merece ser leído, atendido y meditado. «El mensaje no fue claro, el mensaje ponía 'evite los desplazamientos', el mensaje tenía que haber llegado antes y haber dicho 'póngase en alto'. La gente se refugió en comercios, la gente no sabía la fuerza, por eso bajaron a los garajes. Tengo una compañera que estos días me tiene el alma rota. Ha perdido a su marido y a su hija. Lo último que le dijo su marido es 'voy a bajar al garaje', ella le dijo que podía ser peligroso y él le respondió: 'si fuera peligroso nos habrían avisado'. No lo hicieron».
Habla, por supuesto, de la tristemente célebre alerta que envío a los teléfonos la Generalitat el 29 de octubre a las 20.11 horas, cuando el agua enfurecida ya había alcanzado gran parte de las localidades afectadas y estaba causando estragos. Se envió tarde, eso ya se ha señalado en bastantes ocasiones, pero es que además se realizó con un texto confuso en el que no se advertía del verdadero peligro. Esto es algo de lo que se ha hablado menos y que a mí me llamó la atención al oír el podcast. ¿Quién redacto ese mensaje? ¿Quién decidió lo que iba a figurar en esa alarma? La intención era proteger y a algunos los desprotegió, porque confiaban en que quienes debían cuidar de ellos lo harían de un modo responsable.
Aquel sms metió a muchos en sus casas en plantas bajas y el agua desbordada les pilló allí. O lo que es peor no les previno de lo que podría ocurrir si bajaban a garajes. Si en aquella alerta se hubiese especificado que lo recomendable era subirse a las alturas, se hubiese avisado de que la amenaza provenía del barranco y no de las precipitaciones la predisposición de los afectados habría sido otra. No me cabe duda.
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Quedan todas las responsabilidades por depurar, unas cuantas dudas por resolver y multitud de preguntas por responder. Ojalá no se deje de lado ninguna y que nadie se libre de dar explicaciones, porque a medida que avanza el tiempo se confirma que la gestión de este desastre fue realmente nefasta.
Me dejo las últimas líneas para recomendar el podcast del que hablaba el principio, que firman mis compañeros Carlos G. Fernández y Luis Urios. Merece la pena. Arroja algo de luz, que buena falta nos hace.
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