Resulta que los perros son neolíticos. Su origen como especie domesticada, es decir, de cuando a base de evolución empezaron a dejar atrás su tendencia natural a comportarse como un salvaje lobo y a decaer su firme voluntad de zamparse a más de uno, se ... calcula como hace unos 11.000 años. Nada más y nada menos.
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Por aquel entonces -cómo son las cosas- las mujeres éramos vistas como diosas-madres, a los hombres les chiflaban los toros (y sus cuernos) y casualmente fue la cultura turca -mira tú por donde- a quien se le atribuye el éxito de inventar las primeras cervezas. Cosas del Neolítico.
Fue por Oriente Próximo -que es la cuna de casi todos los avances que nos han hecho progresar- donde se encontraron los primeros huesillos perrunos que hoy -varios milenios después- son animales que forman parte imprescindible de nuestra forma de vida. Sólo un dato: en los hogares valencianos ya hay más mascotas que niños pequeños. Una cifra no tan exagerada si caes en la cuenta de que nuestro vínculo empezó cuando lo de salir a cazar era una necesidad y no cosa de unos pocos (aunque muy influyentes) como pasa ahora.
Mientras los lobos se hacían perros, nuestros ancestros -los de usted y los míos- le iban pillando el tranquillo a eso de fabricar tarros de cerámica y, así de paso, poder almacenar un poco de comida y bebida (sino donde iban a dejar la recién descubierta cerveza) para empezar a rozar con los dedos un poco de buena vida. Sin los riesgos laborales que conllevaba salir a cazar. Debió ser algo así como la primera reducción de la jornada laboral -de verdad- de la historia.
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Los estudiosos que se dedican a investigar sobre estas cuestiones calculan que se necesitan unas 40 generaciones -es decir unos 1.000 años- para que se dejen ver los cambios notables de la evolución. Debió de costar lo suyo que los caballos sustituyeran por pezuñas los dedos de sus patas -y por hablar un poco de lo nuestro- que a los primeros homos se nos fuera de la visera de los ojos un hueso llamado torus que la verdad nos afeaba bastante y acusaba nuestra pinta salvaje. Puede que aún lo seamos un poco.
Leía ayer que la Policía investiga las causas del reciente ataque de un perro-lobo a su amo en Moncada y lo primero es determinar si el animal es salvaje o está domesticado. ¿O puede que todavía estemos en el Neolítico?
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Yo tengo dos. Me reconozco perruna tardía (porque debí tenerlas antes). Salir a caminar con ellas es salud. Algunos hemos tenido la suerte, además, de hacer grandes amigos. Aprendes valores que cuestan reconocer (en otras especies) y que a los perros les sobra como son la lealtad, la fidelidad y el amor incondicional. Las enseñanzas y virtudes de estos animales son infinitas, hasta veo positivas las obligaciones que asumes al tenerlos -todas, las que se imponen en beneficio una convivencia cívica pero también las que puedan venir. ¿No les parece?
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