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Consellera de Turismo

Pablo Salazar

Valencia

Viernes, 18 de octubre 2024, 00:13

¿Debe el ministro de Sanidad ser un médico, el de Fomento un ingeniero o el de Educación un profesor? ¿La Concejalía de Urbanismo de una gran ciudad tiene que estar reservada para un arquitecto o cabe que la ocupe cualquier otro profesional? No es ... obligatorio, ni siquiera es necesario. Aunque en algunas materias se notan excesivamente las lagunas de los que no se conocen el terreno que pisan. María Jesús Montero, por ejemplo, actual vicepresidenta y ministra de Hacienda, es médica. Lo cual no es que le otorgue un plus en sus intervenciones públicas al hablar de asuntos como la financiación autonómica, es que deja al descubierto unas carencias en materia económica difícilmente subsanables. Tras ser nombrado ministro de Defensa en el primer Gobierno de Felipe González, Narcís Serra fue objeto de bromas recurrentes porque no había hecho la mili y se le estaba encargando la dirección política del Ejército español. ¿Fue por ello peor ministro? No creo. Para resolver las cuestiones técnicas de un departamento, en la administración que sea, ya están los funcionarios. Los políticos deben dejar trabajar y limitarse a dar las orientaciones generales, de acuerdo con el programa del partido gobernante. Cuando el presidente Mazón nombró a Nuria Montes como consellera de Innovación, Industria, Comercio y Turismo estaba mandando un mensaje muy claro. Y es que aunque el nombre de la consellería sea ése, lo importante, la miga, está no en la Innovación ni en la Industria ni en el Comercio sino en lo que aparece en el último lugar, el Turismo. Que es, hoy por hoy y probablemente por muchos años, uno de los principales motores económicos de la Comunitat. Montes venía de donde venía, de HOSBEC, la Asociación Empresarial Hotelera y Turística de la CV, patronal en la que ejercía como secretaria general. Así que a nadie puede sorprender que ante una polémica que ocupa y preocupa a las ciudades con puerto, como es la de los megacruceros que atracan unas pocas horas y descargan miles de viajeros que atiborran el centro histórico y apenas gastan en los comercios y en los bares y restaurantes, la consellera no dude en salir en defensa de esta cuestionada modalidad turística. Lo que sí que sería exigible es que lo hiciera con más tacto y mejor información. Es decir, cuántos barcos de más de 3.000 pasajeros llegan cada año a Valencia, cuántos coinciden el mismo día, cuántos cruceristas bajan a tierra, qué impacto económico tienen, qué opinan los comerciantes, los vecinos, los taxistas... Ahora bien, no se sorprendan de ver a Nuria Montes ejerciendo de abogada defensora del turismo. ¡Si la pusieron para eso!

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