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El concurso aprobado por el Ayuntamiento con el fin de construir 221 viviendas en un plazo máximo de tres años para ayudar así a desatascar ... el mercado del alquiler en Valencia se presenta como la última solución de un colapso sufrido desde hace años. Ya es un tópico decir que los jóvenes no encuentran pisos en la capital a un precio asequible y deben marchar a la periferia.
Las condiciones del concurso son duras y pondrán a prueba al sector. Las empresas aspirantes disponen de sólo 60 días para formalizar las propuestas de los cuatro edificios, que además salen en un lote único. O todo nada porque no hay tiempo. Pero hay más, como la obligación de que tengan tres años de experiencia en la gestión de arrendamientos de al menos 140 viviendas, además de que en ese plazo hayan construido los mismos pisos. Requisitos duros que no dejan opción para las empresas más jóvenes.
El reparto de puntos para la adjudicación de los solares durante 65 años más los diez de prórroga designa 40 puntos para los criterios arquitectónicos, donde imperan las condiciones de sostenibilidad como las principales, mientras que los sociales se van a 30 puntos, la reducción del plazo del derecho de superficie 15 puntos y el pago de un canon al Ayuntamiento otro tanto.
A priori, en esto último estará la diferencia entre las ofertas. El concurso no exige el pago de un canon, pero está claro que los aspirantes no se van a resistir a hacer cuentas y ver lo que pueden ofrecer, al tener en cuenta que la cifra de negocio para los 72 años (hay que descontar los tres de obras) será de 413 millones de euros, una cantidad que no hay que confundir con los beneficios, como se apunta en el pliego de condiciones administrativas.
¿Será esto la solución para aumentar la oferta en Valencia? En mi opinión supondrá una aportación destacada pero no definitiva. El problema es mucho más de fondo en una ciudad donde hay 5.015 solares, que se dice pronto, con una superficie de 5,72 millones de metros cuadrados según las estadísticas municipales.
¿Qué se ha hecho los últimos ocho años? La misma estadística dice que en 2015 había 5.303 solares pendientes de edificar en la ciudad, con una superficie de 55,53 millones de metros cuadrados. Por decirlo de una manera suave, no se hizo lo suficiente. En 2022, el último ejercicio completo de Compromís y el PSPV a los mandos del Consistorio, se concedieron licencias para la construcción de sólo 56 edificios que sumaron 1.007 viviendas.
Una cantidad ínfima en una ciudad donde se superaron las 8.000 viviendas por ejercicio los años de expansión que finalizaron con el pinchazo de la penúltima burbuja inmobiliaria. Pero más aterradora es la cifra de las 16 licencias concedidas para la rehabilitación de 88 viviendas en 2022 en edificios completos. En Valencia, el último estudio publicado habla de unas 60.000 viviendas vacías. Sacar esos pisos al mercado de alquiler sí que supondría una auténtica revolución.
¿Cómo hacerlo? Los expertos afirman que es misión imposible porque la propiedad está muy fragmentada y se cuenta con los dedos de una mano los particulares o empresas propietarios de edificios completos, la premisa para acometer una rehabilitación integral.
Pero algo hay que hacer porque el territorio es limitado y los cinco mil solares se acabarán algún día. La protección de la huerta de la periferia obliga a ser más imaginativo y todo apunta a que Valencia deberá crecer en otros municipios con una visión metropolitana, transporte público idóneo y acuerdos políticos. O sea, la cuadratura del círculo.
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