Perera, magisterio y pasión

Celebrar dos décadas poniéndose delante de todo tipo de encastes, exhibiendo la bandera del orgullo torero de forma tan regular y tan rotunda como lo ha expresado en Las Ventas del Espíritu Santo, se entiende que semejante torería merece reconocimientos. Y no sólo por parte de los aficionados, sino por quienes tienen la obligación de premiar la excelencia para que la fiesta siga creciendo y que no son otros sino quienes llevan la manija del negocio.

Lo normal, y teniendo en cuenta la temporada que lleva, salida por la Puerta del Príncipe en la reciente Feria de Abril y todo lo comentado que ha protagonizado en San Isidro, digo que lo que debería imponerse es que fuera cabeza de cartel en todas las ferias de postín que están por venir. Egoístamente y para disfrutarlo desde la perspectiva de Valencia, sería bonito celebrar en la inminente Fira de Juliol uno de los muchos hitos orlados que el espada de La Puebla del Prior luce en su haber: el indulto de aquel bravo ejemplar de Fuente Ymbro, que atendía por Harinero, al que el protagonista de esta columna aplicó una faena preñada de ajuste, mando y templanza que se recordará por siempre.

Se dé o no tal deseo, lo que sí es incuestionable es que lo visto y sentido con este torero en el primer tramo de tan importante feria, será a buen seguro una de las páginas más interesantes de cuantas se escriban hasta que finalice el serial.