Ureña se quedó sin premio

El resultado salido de la votación del mencionado jurado, dio como triunfador absoluto de la Feria de Fallas al diestro Roca Rey. Entendiendo que reunía suficientes atributos para que así fuera, el que le otorgaran también el trofeo a la mejor faena, me anima a matizar los méritos que a mi entender cuanto menos igualan las faenas del peruano con las del diestro de Lorca, al punto que no reconocérselo explícitamente supone agravio.

Cierto que la faena de Andrés a Leguleyo, de Jandilla, que desde el principio enseñó sus cartas de enclasada bravura, tuvo el marchamo de la ligazón, la entrega, la emoción de estar a la altura de un bravo toro que defendió su condición mientras tuvo vida, ejemplarizada al negarse a morir en las tablas y sí hacerlo en el mismo platillo de la plaza. Todo sumaba para que el éxtasis se apoderara del público que abarrotaba la plaza.

Por su parte, el matiz que se impone respecto a la faena que Ureña aplicó a Cartero, toro bravo de Montalvo, que pudo disfrutarlo tanto público como torero, es que al principio no fue un toro claro, que en los dos primeros tercios no acababa de definirse, que el bravo torero, celoso de serlo, tuvo que fajarse de verdad para descubrir el manantial de bravura que escondía en su bonita lámina el ejemplar de Linejo. Esa gallarda torería del murciano al someter primero la encastada embestida y después torearlo con la pureza que sólo emana cuando hay total ausencia de artificios, merecía premio. Y, claro, el nuestro lo tiene.