Recientemente publiqué en 'la contra' de LAS PROVINCIAS (6-IX-2024) una encuesta sobre las películas que hicieron llorar a lágrima viva a cinéfilos valencianos de diversas generaciones. En las ediciones en papel el espacio disponible impone una dictadura invencible. Ocurrió entonces que algunas ... respuestas, al llegar con la página ya editada, se quedaron 'fuera de juego'. Rescato varias de aquellas respuestas de 'última hora'. Nuestros sollozos nos definen.
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Elena Negueroles (pintora). «Yo soy llorona y he llorado en muchas películas. La que me viene ahora a la cabeza es 'Colmillo Blanco' (Randal Kleiser, 1991) y dos momentos en concreto en los que lloré: de tristeza, cuando el personaje de Ethan Hawke intenta que el perro se aleje de él, y de alegría cuando el perro vuelve y se reencuentran».
Valentín Rubio, (celador hospitalario). «Lloro con las películas donde veo sufrimiento e injusticia. Dos de ellas: 'Maurice' (James Ivory, 1987) y 'Brokeback Mountain' (Ang Lee, 2005)».
Francisco Sebastián Nicolau (pintor). «No soy de lágrima fácil, aunque me impresionan emotivamente muchas escenas. La banda sonora potencia en gran medida las emociones. Recuerdo con un nudo en la garganta la escena de 'Cinema Paradiso' (Giuseppe Tornatore, 1988) en la que Totó, el protagonista, ya adulto, ve en pantalla todas las escenas que su mentor, el camarógrafo del cine del pueblo, había tenido que cortar por la censura y enlatado en una sola cinta, concretamente los planos de besos en los labios. Guardó dicha cinta enlatada como legado al niño cuando fuera mayor. La metáfora de aquello que nos perdimos, la del paso del tiempo, y la emotividad de la impagable banda sonora de esa escena (Morricone, siempre) crean un momento tan melancólico que resulta difícil no rendirse a él».
Cristina Monfort, (funcionaria, técnico de Administración general en Cultura). «Vi la versión francesa de 'Cyrano de Bergerac' (Jean-Paul Rappeneau, 1990) sola en el cine con 21 años. Hacia el final, las ganas de llorar eran insoportables. Pero cuando vi que el señor de al lado (de unos 40 años) lloraba desconsolado, rompí a llorar yo también. Con 'Thelma y Louise' (Ridley Scott, 1991) lloré porque poca gente sabe lo que tiene que aguantar una guapa de ciudad».
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Antonio Losada (gestor cultural). «Odio que me hagan llorar intencionadamente, subrepticiamente. La sensiblería inducida me rebela. Me pasa lo mismo con la risa y con los cómicos que la buscan descaradamente. Son códigos preestablecidos, artefactos culturales cargados de prejuicios simbólicos que generan orden y jerarquía. Sin embargo, soy muy llorón en la realidad real. Puedo llorar en la montaña o frente al mar. Y conmoverme con cosas extrañas. Y sí: lloro siempre en la escena de 'La Marsellesa' de 'Casablanca' (Michael Curtiz, 1942), en el viaje en avioneta de Finch-Hutton y Blixen en 'Memorias de África' (Sydney Pollack, 1985) y en el final de la primera parte de 'Lo que el viento se llevó' (Victor Fleming, 1939), con las palabras sublimes de Scarlett O'Hara cuando desentierra una pequeña zanahoria».
Karmen Mora Castillo (bióloga). «Muchas han sido las películas que me han conmovido. Algunas que me hicieron llorar ayer, hoy no lo harían».
Ignacio Cort Cañizares (escritor). «Lloré lastimosamente cuando matan a Trini López en 'Doce el patíbulo' (Robert Aldrich, 1967)».
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