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Cuando Trump recibió en la Casa Blanca la semana pasada al presidente Zelensky se burló de su vestimenta, puesto que llevaba ropa estilo militar, y ... no el traje que es costumbre en estos casos. Zelensky le respondió que lo llevaba en solidaridad con sus soldados. Ya sabemos lo que pasó después porque la entera reunión fue grabada ante las cámaras y, como diría al acabar la reunión el propio Trump, lo que el mundo entero vio con estupefacción había constituido un ejemplo de «gran televisión». Para entender lo que vimos hemos de recordar las posiciones de partida. Trump había llamado previamente a Zelensky «dictador» y un «actor fracasado»; también había afirmado que Ucrania había comenzado la guerra con Rusia. El objetivo de la reunión era que Ucrania le diera a los Estados Unidos la mitad de los llamados 'minerales de las tierras raras', algo a lo que estaba dispuesto Zelensky pero a cambio de algo parecido a un acuerdo formal en el que los Estados Unidos se erigieran como defensores ante futuros ataques de Rusia.
Lo que vimos fue a Trump actuar como un mafioso de las películas que chantajea a un comerciante para que le pague un servicio de 'protección'; vimos a un hombre que no tiene moral ni conciencia, lo que se vio nítidamente cuando amonestó a Zelensky por no ser agradecido por la ayuda prestada (por la anterior administración) en la guerra, o lo que es lo mismo, por no doblegarse ante él como han hecho otros presidentes y los oligarcas de Silicon Valley; alguien que tenía integridad tuvo que escuchar que debía humillarse porque él «no tenía las cartas» para hacer otra cosa, lo que es muy revelador del carácter del personaje: ninguna alusión a principios o valores que han de ser protegidos a toda costa. Su filosofía desde niño es que solo hay ganadores y perdedores, lo demás es irrelevante.
Créanme que intento no escribir sobre Trump, pero resulta imposible, porque que el presidente de los Estados Unidos apoye a una Rusia agresora y amenace a todos los que le llevan la contraria es un hecho histórico con consecuencias imprevisibles. Estoy convencido de que Reagan debe estar revolviéndose en su tumba ante la infamia que hoy representa la Casa Blanca. ¿Sacaremos algo positivo de esta desgracia que se ha cernido sobre el mundo? Se ha acabado ya la unión de Europa con los Estados Unidos, la que permitió derrotar al nazismo y construir el periodo de mayor prosperidad de la historia de la humanidad. Los líderes europeos se apresuraron a apoyar a Zelensky, pero me temo que las palabras van a servir de poco. Ahora hay una guerra comercial contra el mundo liderada por Trump. Si Europa consigue sobrevivirle tendrá un futuro.
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