Cauces y barrancos

Esta corriente viene apoyada, desde luego, por quienes defienden más bien corredores y vías verdes que nuevos cauces de desagüe rápido y sienten repelús cuando se les cita la conveniencia de construir presas que frenen y laminen avenidas para minimizar riesgos aguas abajo. Presas, no, por favor, defienden. Les tienen tirria, aunque les den de beber.

Para apuntalar sus planteamientos inciden con creciente energía en que lo mejor es renaturalizar, no ponerse en artificios antinaturales, lo que en definitiva vendría a significar dejar las cosas más o menos como están, con leves arreglos y afeites cosméticos.

Un argumento que presentan con aspecto de gran solidez es el del 'retorno'. Los grandes sucesos como los ocurridos en 29 de octubre se calibran en ámbitos técnicos con el complemento de su teórica recurrencia. Es decir, ¿cada tiempo pensamos que una cosa como ésta puede volver a ocurrir? De ahí sale, por ejemplo, que para tal riada se le calcula un periodo de retorno de 100 años, o 500, o 1.000... Depende. ¿De qué depende? Sobre el papel, de los sesudos estudios que se supone que habrán sido realizados, estableciendo pautas históricas, incluso arqueológicas... En realidad, más bien según convenga decir. Porque aunque acabe siendo cierto que tal envergadura de lluvias torrenciales no se repite salvo en medias holgadas de tiempo, nadie puede garantizar que para obtener esa media no se den periodos más largos junto a otros mucho más cortos. O sea que decir que lo del 29-0 puede tardar muchísimo en repetirse suena parecido a que el gordo de la lotería no caerá seguido en el mismo lugar. Pues lo de la lluvia torrencial en la cuenca mediterránea es bastante más probable.

Esta idea de las probabilidades y el retorno es además contradictoria con los postulados del cambio climático, cuando tanto nos repiten que traerá mayores riesgos de grandes sequías junto a enormes lluvias torrenciales. Y da que pensar que en los mismos ámbitos que se defiende con ansias una cosa se atestigüe a la vez la otra.

Quienes saben de verdad conocen que el nuevo Turia no albergaría 5.000 metros cúbicos por segundo, como se supone, cuando en el 57 tuvo picos superiores (se midió el cauce viejo, no el caudal que ya venía desbordado). Si se le suma la mitad del Poyo, hay que hacerle sitio, lo que implica recrecer el cauce y construir la presa de Vilamarxant.