Urgente La Aemet a Emergencias, la mañana del día de la dana: «No vamos a marearos con más avisos, las precipitaciones se van al norte»

Todo el mundo está a favor de las energías renovables: ayuntamientos, autonomías, ministerios y ciudadanos. Pero al mismo tiempo están en contra: en principio nadie quiere que le pongan cerca placas solares ni torres eólicas. Pregunten a cualquiera y verán como, a bote pronto, les ... dirán que sí, que quieren coches eléctricos, que es el futuro, que están por la sostenibilidad y poner fin a la contaminación; fuera tubos de escape, electrificación total y con precios baratos, autogeneración, menos dependencia de otros países y acabar con el petróleo y demás energías fósiles. Pero a la hora de la verdad todo es diferente.

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Diversas autonomías, como Aragón y el País Vasco, preparan nuevos impuestos a las empresas de generación de energías renovables, lo que es una manera sutil de ponerles freno, de evitar la expansión que por otro lado propugnan. Los demás gobiernos autonómicos no les van a la zaga; si no han anunciado nuevos impuestos, ya lo harán, están pensando cómo hacerlo, y por lo pronto retrasan o niegan permisos, ensanchan plazos; meten burocracia para que todo vaya más lento de lo deseable, o sencillamente no vaya.

El Gobierno central tampoco se queda atrás, y en el galimatías que suponen los procedimientos al uso, unas partes y otras se escudan y excusan mutuamente. Basta con decir que eso o aquello depende de la otra instancia. Y entre medias, lo que digan los de Medio Ambiente. Los de aquí y los de allá. Mano de santo. Con la Iglesia hemos topado. Y por si algo se escapa, cada municipio deja sentir su voz, haciéndose eco de la opinión del vecindario, casi siempre en contra. Vecindario que, como todos los vecindarios, también está a favor de la energía limpia, barata e inagotable, de poner fin a los tubos de escape, de aprovechar el sol, que es gratis, etc. Pero...

Queremos coches eléctricos y energía barata y rechazamos parques fotovoltaicos o torres eólicas

La contradicción se hace carne y anida entre nosotros. Rechazamos la llegada de inmigrantes que nos parece escandalosa, pero sabemos que dependemos de que vengan más inmigrantes para disponer de suficiente mano de obra que escasea y tener servicios que van quedando en entredicho. Deseamos que vengan pero a la vez que no vengan. Como queremos coches eléctricos y los subvencionamos, pero al mismo tiempo creamos nuevos impuestos y rechazamos la fealdad de las placas solares que generan la electricidad barata que facilita que haya coches eléctricos. Y en cascada, lo demás: no se instalan suficientes postes de recarga, no se invierte en nuevos tendidos de distribución eléctrica, ni tampoco se instalan grandes centros de baterías de acumulación para horas nocturnas y días nublados. Porque estamos, a la vez, a favor y en contra. Y eso no se arregla en la farmacia.

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