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Salas atiende las explicaciones del personal del Mudic, ante una cadena de ADN.

La química Margarita Salas respalda la labor del Mudic cuya continuidad se decide hoy

El Museo Didáctico de Ciencias inaugura un aula taller con el nombre de la investigadora que permite ofrecer más actividades enfocadas a estudiantes

Joaquín Andreu Esteban

Miércoles, 27 de abril 2016, 01:43

El campus de Desamparados de la Universidad Miguel Hernández (UMH) recibió ayer la visita de una de las más prestigiosas investigadoras españolas, la bioquímica Margarita Salas. El motivo no fue otro que la inauguración del aula taller que el Museo Didáctico e Interactivo de Ciencias de la Vega Baja (Mudic) ha bautizado con su nombre y en la que desde este curso se desarrollan más actividades de divulgación científica enfocadas a las visitas que realizan estudiantes de numerosos centros docentes de la provincia y de otras limítrofes.

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La visita en cierto modo sirvió de espaldarazo a la labor que ofrece el Mudic, sometido a una crisis económica debido que está a expensas de recibir la subvención anual de uno sus patronos como es el Ayuntamiento oriolano, que adeuda el dinero que se le debía haber ingresado en enero, unos sesenta mil euros, para el funcionamiento del museo. La continuidad de este espacio de divulgación científica se decide hoy en una reunión del patronato cuya presidencia la ostenta el alcalde, Emilio Bascuñana, y en el que también están miembros de la UMH y de la Asociación de Profesores de Ciencias Hypatia de Alejandría.

La bioquímica pudo conocer los pormenores del Mudic, un centro que acerca de una manera amena mediante experimentos a los jóvenes los entresijos de los diversos campos de las ciencias y que espera contar este año con diez mil visitas, según explicó el director pedagógico del mismo, Jesús Carnicer, que hizo de cicerone de la comitiva. Fue él quien junto a algunos de los profesores que forman parte de Hypatia los que mostraron las diversas salas con las que cuenta, ahora seis con las aulas que se han abierto en el Edificio Orcelis, lo que permite acoger a más jóvenes «y reducir la lista de espera que teníamos para ver el Mudic», afirmó el presidente de Hypatia, Francisco Reyes.

Todos los docentes se volcaron en mostrar a la que fue discípula de Severo Ochoa y Alberto Dols el trabajo que desempeñan con los jóvenes, y la investigadora no dudó en hacer algunos de los experimentos que brinda el Mudic. Así probó suerte con el que tiende a confundir el cerebro al tener que dibujar sobre un papel una figura tras haberla mirado en un espejo, hecho que provoca distorsiones en la percepción. También entró en una cámara oscura que hace proyecciones como si del ojo humano se tratase y conoció con detalle cómo funciona la huella de la luz y su espectro, el efecto de los espejos en los haces lumínicos y otros muchos que se encuentran en la sala que se abrió el año pasado con motivo del Año Internacional de la Luz.

La invitada vio con detalle las diversas estancias que componen el espacio museístico y que se dedican a históricos científicos con experimentos sobre todas las facetas para después pasar al aula a la que presta su nombre. En ella pudo ver que la labor se enfoca a talleres prácticos como la recreación de la vida en hormigueros creados con impresoras 3D, a que los jóvenes sepan de citricultura básica, una de las actividades más importantes de la Epso, la evolución humana a través de cráneos de homínidos, cómo funciona un microscopio, los volcanes o los aparatos sanitarios más comunes como tensiómetros.

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Tras recorrer la estancia y atender las explicaciones de la directora gerente del Mudic, Carmen Perea, Salas se mostró agradecida de tener un aula enfrente de otra dedicada a Albert Einstein y consideró el museo como «muy importante para divulgar la ciencia» al tiempo que reseñó que le sorprendió la multiplicidad de ámbitos que abarca. La bioquímica destacó que es necesario que las mujeres se tengan también como referente en las materias científicas «ya que cada vez hay más en todos los campos» y narró sus comienzos en la investigación «porque se pensaba que las mujeres no valíamos para este tipo de disciplinas». Asimismo opinó sobre el escaso presupuesto que en España se dedica a la investigación «aunque ahora mucho más que cuando yo empecé», no en vano tuvo que desarrollar parte de su actividad en Estados Unidos donde su maestro, Severo Ochoa, ya ejerció. De igual modo se mostró crítica con el hecho de que los jóvenes investigadores tengan que emigrar para desarrollar su actividad «lo que no es malo porque abre horizontes, pero lo importante es que puedan regresar» para enriquecer con su saber los avances de un país. Por último dijo que en su especialidad, la bioquímica, el reto es saber cómo funciona el cerebro, los pensamientos, y poder equiparar estos avances con los que ya se dan en materia genética para curar enfermedades.

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