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CHEMA FERRER
Jueves, 19 de diciembre 2019, 23:37
Las Ocho 2017 ya está a la venta, una nueva añada esperada por los fieles seguidores de los vinos de esta bodega. Esta referencia supuso una ruptura en su momento para los vinos elaborados en la comarca Utiel-Requena, ya que muy pocos en su momento elaboraban vinos ensamblados y menos aún con ocho variedades distintas. Chozas Carrascal marcó un hito entre los vinos valencianos de calidad desde la primera añada que embotelló. No en vano, es un ensamblaje maestro que conculca ocho variedades de uva distintas de diferentes parcelas de su pago. A saber: bobal, monastrell, garnacha, tempranillo, cabernet franc, cabernet sauvignon, syrah y merlot. A su vez reúne la expresión del viñedo mediterráneo de altitud, característica fundamental del Pago Chozas Carrascal y la interpretación personal de la familia López Peidró. En esta cosecha 2017 se han seleccionado las uvas de cuatro parcelas singulares de la finca: La Vereda Real, La Loma, El Aljibe y La Caseta de Emilio. Las variedades han sido vinificadas por separado en depósitos de hormigón troncocónicos, lo que permite afinar el tanino y favorece una microxigenación más lenta y respetuosa con el vino. Para esta nueva cosecha 2017 se optó por una crianza de 14 meses en barricas de roble francés de 300 y 225 litros de varios usos, de forma que sostuviese la estructura del vino respetando el origen de cada parcela y variedad. El resultado es un vino de color cereza picota brillante, con una intensidad media-alta. La nariz es muy expresiva, con presencia de fruta roja madura, especias y agradables notas a hierbas silvestres, que reflejan la flora del entorno. En boca es suave, frutoso y fresco, con un final ligeramente calizo que procede de sus suelos. Finalmente, el tanino es redondo, muy pulido, y va acompañado de una rica acidez, obsesión de la bodega por reflejar frescura.
Chozas Carrascal es una pequeña bodega familiar fundada en 1990 por el matrimonio formado por Julián López y María José Peidró. Su viñedo se encuentra en San Antonio de Requena, en una única finca donde conviven diversidad de suelos, altitudes, variedades y orientaciones. Hoy por hoy, se trabaja exclusivamente bajo los parámetros de la agricultura ecológica, con levaduras indígenas, depósitos de hormigón, fudres y barricas de roble francés de diferentes tonelerías. La segunda generación de la familia, representada por María José y Julián López-Peidró llevan ahora las riendas de la bodega.
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