clara alfonso
Valencia
Jueves, 3 de mayo 2018, 20:48
El frío ha sido un aliado del hombre a lo largo de la historia: para conservar alimentos y productos, para fines curativos, etc. A pesar de que en la actualidad sea un bien del que disfrutamos a diario sin dificultad alguna, no fue hasta finales del siglo XIX cuando se pudo empezar su producción: para aprovecharlo, había que excavar bodegas, usar cuevas o almacenar nieve en 'neveros' o 'ventisqueros'.
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Alcublas, un municipio de la comarca de los Serranos y situado a 750 metros sobre el nivel del mar, era destacado por abastecer de nieve a la capital: contaba con un total de nueve ventisqueros grandes y otros auxiliares, construidos durante los siglos XVII y XIX.
El hielo que se utilizaba para conservar alimentos y algún medicamento era el de la gente serrana que se dedicaba a ello, y esta localidad era el lugar más seguro en cuanto a abastecimiento. De hecho, con la nieve de los montes, surgieron las primeras horchaterías de Valencia.
La sierra, que conserva restos del último frente de la Guerra Civil, se caracterizaba por estar plagada de neveros y ventisqueros protegidos por de paja, que servía como aislante.
Al parecer, el hielo era su negocio estrella. A los habitantes del poblado les interesaba salvaguardarlo durante unos meses para conseguir dinero en la época estival.
Esta sencilla ruta de recorrido circular, es una buena opción para que disfrutes de una escapada que engloba un interés tanto histórico como geológico.
La marcha comienza a la salida de Alcublas, en dirección a Villar del Arzobispo. La senda, discurre por espacios naturales destacados, como el Paraje Natural Municipal de La Solana y el Barranco de Lucía, en el que podrás visitar, siguiendo el PR-CV 105, la Cueva Sabuquera, la balsa Silvestre y un sinfín de yacimientos arqueológicos que recuerdan a la edad de Bronce y a la época íbera.
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Si sigues por la senda, podrás disfrutar, además, de unas maravillosas vistas a los Llanos de Viver y las Cuestas de Ragudo al final. Unos metros más hacia delante, verás cómo se alza el Peñagolosa y, al lado contrario, La Calderota.
Si sigues andando, comenzarás a encontrarte los mencionados ventisqueros, la mayoría de ellos con 1,000 metros de altitud, salpican las lomas de La Solana y La Cumbre. Como verás, estos se suceden uno detrás de otro, cada uno de un tamaño.
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A pesar de que el recorrido por los ventisqueros de La Cumbre se complica por la escasez de marcas, el resto está perfectamente señalizado e ilustrado, de modo que los diversos carteles informativos que asoman, tratan de recordar el proceso de almacenamiento y conservación de la nieve de la época.
En la actualidad, se han catalogado un total de dieciséis hornos de cal en los alrededores del municipio, cada uno en un estado de conservación. Nueve de ellos, se pueden visitar en los límites del Paraje Natural municipal de La Solana-Barranco Lucía.
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En definitiva, a pesar de que se trata de una ruta corta, no cabe duda de que la Ruta de los Ventisqueros de Alcublas es una buena opción para conocer la historia y el sentido de los recursos de nuestros antepasados. Y si te quedas con ganas de más, puedes animarte y visitar los famosos ventisqueros de la Bellida.
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