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Icíar Ochoa de Olano
Jueves, 24 de enero 2019, 01:13
Hay quien empieza el año, literalmente, soltando amarras. 2.826 personas que levaron anclas en Barcelona la víspera de Reyes transitan ahora mismo entre Granada y Aruba, en pleno Caribe, con el plan de gritar «¡Honolulu a la vista!» allá por Santa Águeda, celebrar San Valentín en el reino de Tonga (Oceanía), brindar por el día internacional de las mujeres en Singapur, dar la bienvenida a la primavera en Goa (India), saludar abril desde Omán y atracar, veintiséis jornadas después, en la misma plaza San Marcos de Venecia. En esos 101 días y 100 noches a bordo del 'Costa Luminosa', un coloso de 92.600 toneladas y 921 tripulantes, encadenarán atardeceres en algunas de sus catorce cubiertas, harán varios largos en sus piscinas cubiertas, practicarán su 'swing' con el palo de golf, se relajarán entre las burbujas del spa, harán girar la ruleta del casino, aprenderán a bailar salsa y ampliarán su círculo de amistades mientras atraviesan trópicos, sortean cabos legendarios, encadenan toda la gama de azules oceánicos y descubren las postales urbanas de los cinco contientes. Ese pasaje, en el que se cuentan 538 españoles, no está solo en su placentera expedición. Pero casi. 1.085 pasajeros viajan en el lujoso 'Crystal Serenity', con lo que hay un total de 18.788 privilegiados navegando en ruta para circunnavegar el planeta, en dirección poniente u oriente, a bordo de doce de los catorce cruceros que ofrecen esa posibilidad en este 2019, cinco siglos después de que Magallanes abriera camino.
La cuesta de enero es, paradójicamente, el mes mágico para cumplir este fabuloso sueño. «Las salidas se concentran a principios de año porque el grueso de los puertos de partida -Londres, Nueva York, Hamburgo, San Francisco, Florida, Roma, Venecia y Barcelona (desde donde también acaba de partir el 'MSC Magnífica', en su primera travesía de estas características, con otros 120 españoles a bordo-, se ubican en el hemisferio norte, donde es invierno, y todos se dirigen hacia el sur, donde es verano, de forma que la mayor parte del trayecto discurra con una climatología agradable», explica Álex Cerezo, agente de viajes de Crucerum.com, una compañía de venta online especializada en vacaciones en el mar. «Cuando llega el verano al hemisferio norte, las navieras traen su flota hacia aquí para dedicarla a los cruceros por el Mediterráneo y por el Norte de Europa, que son los más demandados», agrega.
Naveguen con el sol de cara o de cola, la tribu de los 18.788 sabe bien dónde se mete. Casi todos son lobos de mar. «Los cruceros tienen un nivel de aceptación altísimo. Es raro que alguien pruebe y no le guste. De hecho, la mayoría repite. Así que, a menudo, quien se embarca en una vuelta al mundo lleva ya a sus espaldas varios cruceros. Se han enamorado de esta forma plácida de viajar, que te permite deshacer una sola vez la maleta mientras te llevan con todas las comodidades por un montón de países, y ahora que se han jubilado o que están a punto de hacerlo, se lanzan a la gran aventura», retrata el agente. Por lo general, se trata de una decisión planificada con uno o dos años de antelación. «De hecho ya hay cruceros de 2020 que están completos y en algunos casos estamos vendiendo para 2021. Te decides, haces la reserva, abonas entre el 15 y el 25% del pasaje en ese momento, y tu camarote queda bloqueado a ese precio. El resto lo vas completando poco a poco mediante un plan de pago sin intereses, hasta zanjarlo unos 100 días antes de embarcar».
El billete más económico no baja de los 20.000 euros y aunque esa tarifa incluye todas las comidas y el entretenimiento, el agua, el té y el café, y unas excursiones de cortesía, hay que afrontar las propinas diarias (en realidad, impuestos), los gastos de lavandería o de las bebidas. Si la disposición financiera lo permite, por un presupuesto de entre 25.000 y 130.000 euros -a menos, eso sí, que a uno se le antoje la suite estrella del 'Regent Seven Seas', con 370 metros cuadrados en la parte frontal del barco que incluyen piano y spa propios-, las compañías de lujo le servirán la luna en bandeja de plata. Por supuesto, cocinada por un chef del universo Michelin. El presupuesto incluirá los billetes de avión en primera hasta el puerto de embarque y de regreso a sus ciudades, crédito a bordo o un equipo de científicos para que cuando bordeen la Patagonia les acompañen en zodiacs hasta una colonia de pingüinos de Magallanes y les expliquen 'in situ' sus ritos de cortejo.
La pista inequívoca de la categoría del crucero la aporta el tamaño de la embarcación. Cuanto más pequeña, más exclusivo es el viaje. Pero no solo porque el pasaje será reducido, sino porque está garantizado el acceso a puertos más exclusivos y menos masificados. El 'Silver Whisper', de Silversea, que salió de San Francisco el domingo anterior, se lleva la palma en este sentido con solo 382 pasajeros a bordo y 132 días de expedición, una de las más largas junto a la que emprendió hace dos días desde Manhattan el 'Insignia', de Oceania Cruises, y que afronta un total de 175 días de periplo planetario.
La agencia mayorista Un Mundo de Cruceros-StarClass, que comercializa en exclusiva en España las propuestas de seis navieras de lujo, ha despachado para este año en torno a 150 pasajes de vuelta al mundo, lo que supone un aumento del 16% con respecto al ejercicio anterior. Para éste confía en incrementar las ventas un 20%. El director general de la compañía, Juan Rodero, explica así el 'boom' que vive esta modalidad de viaje. «A primeros de la década de los noventa éramos cuatros locos los que vendíamos cruceros alrededor del mundo en España. Eran barcos antiguos de compañías griegas, italianas... y el concepto de viaje, muy tradicional y aburrido. En el 95, las navieras estadounidenses empezaron a traer barcos a Europa y dieron la vuelta a los cruceros y al entretenimiento a bordo. Y empezaron a despegar», evoca el directivo. En 2007, con la eclosión de la crisis, las ventas se desplomaron y las compañías respondieron hábilmente con un nuevo producto: la vuelta al mundo por tramos. «Eso lo hizo más accesible para muchas personas, porque pueden comprar 20 o 40 días por 5.000 o 7.000 euros y hacer Asia un año, Sudamérica otro, Oceanía al siguiente... Esta opción ha crecido mucho en los últimos años. El lujo ahora consiste más en tener este tiempo que ese dinero», apunta Rodero.
Juan Rodero
Jesús García no tenía demasiado de lo uno ni de lo otro, pero se las arregló para salirse con la suya. Este abogado sevillano criado en Madrid no había cumplido los 35 cuando se puso el traje de Willy Fog para comprobar que la Tierra es redonda. «Siete años antes debutaba en mi primer viaje de placer subiendo al 'Celebrity Milenium', en Ámsterdam, para recorrer el Báltico. Iba con miedo y con mil prejuicios. Todos saltaron por los aires. Fue amor a primera vista. Sentí que viajaba, algo inédito para mí hasta entonces, y me enganché. En cuanto bajé del barco, empecé a pensar en el siguiente. Esto es así. Te estrenas con uno de 5 días, pasas a 7, luego vas a 10 y resulta que 15 ya no es suficiente», ríe.
Para salirse con la suya y hacer «el viaje» tuvo que pedir permiso a su jefe, vender su coche y parte de los muebles de su casa. «Quería ver el mundo de una vez y de la manera más parecida a la de un viajero auténtico, como los de antes. Y fue la mejor decisión de mi vida», dice recreándose en cada sílaba.
- ¡101 días en un barco! ¿Uno no llega a enfermar de tanta mar?
- En absoluto. La diferencia de este tipo de cruceros con otros regulares es que los barcos hacen escalas largas y duermes en tierra. Dos o tres días en Singapur, Hong-Kong, Sidney... Y los días de navegación los necesitas para recuperar el aliento de tanta emoción, preparar la siguiente escala, hacer un curso de cocina, jugar un partido de baloncesto o sentarte en una tumbona en cubierta, mirar el horizonte y perderte con el mar.
García salió un 5 de enero de Florida y regresó a finales de abril tras realizar la circunnavegación completa a través de los dos canales, el de Panamá y el de Suez. «En la lentitud de la navegación pasas de un continente a otro siendo consciente de dónde estás y a un ritmo que te evita los odiosos 'jet lag' del avión pese a los cambios de huso horarios. La entrada a cada puerto es un acontecimiento. Yo nunca olvidaré mi llegada a Nueva York o a Hong-Kong. Luego te das cuenta de que no tienes ni un 'selfie'. Estás tan absorto que ni piensas en registrar ese momento», cuenta con un entusiasmo contagioso.
- ¿Contabilizó las tempestades?
- Ese es otro mito. Es muy improbable que un crucero atraviese una. Las navieras pierden mucho dinero si se rompe la vajilla. Disponen de una tecnología muy avanzada para detectarlas y bordearlas. Yo me encontré con dos tormentas grandes, y solo lo notabas si mirabas el mar. Dentro, no se movía. Estos barcos disponen de estabilizadores debajo del casco para desplegarlos si es necesario y cortar las olas.
Forzado a elegir los dos momentos estelares de aquella sosegada travesía a bordo del 'MS Amsterdam', de la veterana Holland America Line, el letrado se decanta por el atraque en la isla de Pascua bajo la mirada hierática de los moáis -«muchas veces se desembarca en botes porque está rodeado de peligrosos arrecifes, pero aquella vez entramos a lo grande»- y con el «apoteósico» recibimiento que les brindaron en Bali los familiarias y amigos de un 70% de la tripulación. «En un viaje así acabas conociendo a los hijos de quienes te hacen la habitación y el pasaje se convierte en tu familia».
- ¿Qué le pareció el mundo después de surcarlo?
- Lo sentí pequeño. Pero cambió mi percepción de él, de la vida y de lo que yo quería hacer con la mía. Aprendí a aceptar con mayor facilidad y de buen grado los cambios y al resto de las personas. Y ya no eres el mismo. Todo lo ves más positivo. Eso sí, cuando desembarqué me pasé tres días casi sin hablar. No podía. Necesitaba tiempo para procesar una experiencia tan intensa.
Cuando lo hizo decidió dejar las leyes y convertir su blog de viajes en CruceroAdicto.com, la revista especializada en cruceros más leída en español, con cerca de cuatro millones de visitas al año. Desde entonces, ha efectuado más de ochenta travesías y planea una nueva vuelta al mundo dentro de dos años. «No hay dos iguales. Cambia la posición del sol, los itinerarios, los puertos, los barcos, el pasaje...». Que se lo digan a su amigo Jeff Farshman, a quien conoció en la que también fue su primera vuelta al mundo y que ahora lleva ya doce a sus espaldas. «Adoro viajar y la fotografía. El crucero me permite hacerlo de la forma más conveniente posible porque me llevo conmigo el hotel y el restaurante», cuenta este piloto jubilado de las fuerzas aéreas de los Estados Unidos. «¿Una recomendación para primerizos? Son viajes muy largos en los que estás expuesto a muchas personas y culturas diferentes. Si vas con la mente abierta, será una experiencia de aprendizaje absolutamente increíble».
A Mario Salcedo su exigente trabajo como director de finanzas internacionales en una gran corporación le tuvo dos largas décadas subiendo y bajando de aviones, y entrando y saliendo de hoteles por toda América Latina. Apenas recalaba en su domicilio de Miami. Harto y agotado, en 1997 decidió que había llegado la hora de perpetrar su fantasía: viajar por todo el mundo sin salir de casa. Como buen 'broker', hizo cuentas. Su nuevo estilo de vida le saldría a algo más de 58.000 euros al año. Con sus contactos montó su propia empresa 'online' de gestión de inversiones para terceros y embarcó en un crucero de la Royal Caribbean. 22 años después, allí sigue encadenando travesías y flotando sin rumbo rodeado siempre de turistas anónimos y de sonrisas profesionales en alguna cubierta que le sabe a hogar.
Tras cerca de 8.000 pernoctaciones en el océano -un récord absoluto que convierte a 'Super Mario, como le conocen los cruceristas, en una leyenda viva de la navegación turística-, este financiero disfruta de un montón de privilegios en alta mar. Internet, qué menos, es gratis para él. En su rutina diaria, «el hombre más feliz del mundo», como 'The New York Times' lo calificó en 2018, dedica «no más de cinco horas» a manejar su firma desde la tumbona. «Luego sigo el flujo natural de todo crucerista. Suelo bailar, fumarme un buen habano tras la cena, ver los deportes en la tele, hacer submarinismo si estamos de escala y, sobre todo, aprovecho cualquier momento para charlar con otros pasajeros», cuenta el septuagenario.
Otra crucerista empedernida que no tiene la más mínima intención de volver a tierra es Lee Wachtstetter, a la que apodan 'Mama Lee'. Hasta ha escrito un libro que es toda una declaración de intenciones: 'I may be homeless buy you should see my yacht', lo ha titulado, algo así como 'Puede que sea una 'sintecho' pero deberías echar un vistazo a mi yate'.
Cuando enviudó, allá por 1997, esta estadounidense se quedó con una casa grande y un montón de posesiones. Su esposo y ella habían hecho nada menos que 89 cruceros juntos, y Lee perpetuó en solitario la tradición hasta que en 2005 se decidió a liquidar su patrimonio. «Tenía salud y me lo podía permitir. ¿Para qué iba a dedicarme a cocinar, limpiar y comprar si en un crucero hay buena comida, entretenimiento constante y hoy te acuestas en un país y mañana amaneces en otro?», razona.
A sus 88 años, esta risueña sirena sigue embarcada en un viaje sin fin haciendo lo que más le gusta, bailar y bordar, siempre mecida por las olas.
27,2 millones de personas de todo el mundo decidieron hacer algún tipo de crucero en 2018, lo que constituye una cifra récord para un sector que en la última década está en continua expansión. Según los datos recabados por la Asociación Internacional de Líneas de Cruceros (CLIA), América del Norte aporta el 49% de los pasajeros, seguida de Europa (26%) y Asia (15%).
España, cuarto mercado emisor España ha superado a Francia como mercado emisor de cruceros en Europa y ocupa la cuarta posición en un ránking liderado por los alemanes. Más de 510.000 españoles optan cada año por unas vacaciones en el mar. La edad media del pasajero es de 48 años. En paralelo, España es el segundo país de embarque del mundo y el primero de Europa. En 2018 recibió a 9 millones de cruceristas.
21.718 personas darán la vuelta al mundo en barco a lo largo de este año o cubrirán algún tramo de la circunnavegación a bordo de uno de los 14 cruceros que ha comercializado una docena de compañías. De ellos, poco más de 800 son españoles.
2 travesías completas en mayo y agosto Todos estos cruceros han partido ya este mes excepto el 'Sea Princess', que iniciará su periplo el 10 de mayo en Auckland, Nueva Zelanda, con 2.000 pasajeros, y el 'Viking Sun', que hará lo propio el 31 de agosto desde Londres.
27 nuevas botaduras efectuaron en 2018 las navieras dedicadas a los cruceros fluviales y marítimos. Hasta el pasado año, la flota mundial para ofertar este tipo de vacaciones sumaba 449 embarcaciones.
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Iker Elduayen y Amaia Oficialdegui
Jon Garay y Gonzalo de las Heras
Equipo de Pantallas, Oskar Belategui, Borja Crespo, Rosa Palo, Iker Cortés | Madrid, Boquerini, Carlos G. Fernández, Mikel Labastida y Leticia Aróstegui
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