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borja olaizola
Jueves, 10 de diciembre 2015, 20:55
Quienes asesoran a las grandes fortunas hace tiempo que tacharon el nombre de Suiza de la lista de los mejores destinos para mantener el dinero lejos del alcance de Hacienda. La presión internacional que se desató después de los atentados del 11 de septiembre en Nueva York y de la crisis financiera que asoló la economía mundial en 2008 situó al país helvético en una encrucijada: o accedía a poner fin al secreto bancario o se arriesgaba a padecer un boicot en toda regla contra sus principales empresas. "Al final fue la amenaza de Estados Unidos la que quebró la opacidad fiscal suiza", resume José María Peláez, miembro de la Organización de Inspectores de Hacienda del Estado (IHE). "Washington llegó a la conclusión de que el terrorismo se financiaba con fondos ocultos en paraísos fiscales y puso a los suizos entre la espada y la pared para que abriesen las puertas de sus bancos a las investigaciones".
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El mayor patrimonio de Suiza está en manos de los tres hijos del fundador de Ikea, Ingvar Kamprad. El empresario sueco, de 89 años, fijó su residencia fiscal en Suiza décadas atrás, pero desde que abandonó el año pasado el puente de mando de la firma ha vuelto a tributar en su país natal. Sus tres hijos, Peter, Jonas y Mathias, se mantienen fieles al país helvético, donde atesoran una fortuna de unos 4.200 millones de euros, según la revista Bilanz. Otra de las habituales en la lista de las mayores fortunas es Marina Picasso, de 63 años, nieta del pintor malagueño, que reside desde hace años en una mansión de Ginebra. La revista suiza le adjudica una fortuna de unos 1.800 millones de euros. En su poder conserva unos 400 óleos y 7.000 bocetos y dibujos que llevan la firma de su abuelo.
Suiza, en efecto, ya no es un buen refugio para los que quieren mantener oculto su dinero. "Uffff, desde hace ya unos años han activado el interruptor de la luz y por allí no aparece nadie que busque opacidad fiscal", exclama gráficamente un asesor financiero que prefiere mantenerse en el anonimato. El país helvético, eso sí mantiene intacta su tradición de plaza fuerte financiera y sigue siendo el refugio preferido de capitales que buscan seguridad y estabilidad dentro de la ley. "Hay inversores que diversifican sus activos y mantienen posiciones en Suiza como una especie de seguro a resguardo de la inestabilidad. Por ejemplo, en el supuesto de que las encuestas diesen el triunfo electoral a Podemos, es probable que muchas fortunas españolas buscasen acomodo allí antes de las elecciones por una cautela elemental".
El dinero español que ha llegado en los últimos años a Suiza es en su mayor parte legal. El flujo, como es lógico, creció cuando la crisis económica se agravó y las amenazas de un rescate o incluso de un corralito asomaron por el horizonte. El país helvético es con diferencia el principal destino de capital nacional en el extranjero. La Agencia Tributaria desveló que en sus bancos están depositados 20.000 de los 89.000 millones de euros que los contribuyentes españoles declararon en 2013 tener en el exterior. A mucha distancia se situaba Luxemburgo (10.700 millones), seguido de Holanda (7.540) y Reino Unido (5.200 millones). Andorra, otro de los refugios preferidos por el dinero español, ocupaba una discreta octava plaza con unos activos por valor de 4.069 millones.
Tener una cuenta en Suiza, sin embargo, no está al alcance de todos los bolsillos. En primer lugar, se suelen exigir unos ahorros mínimos de entre 50.000 y 100.000 euros aunque en algunos bancos la barrera se va hasta los 500.000. Los gastos de mantenimiento pueden ascender además a varios cientos de euros anuales. "La gestión bancaria es mucho más cara en Suiza que en España aunque los que tienen allí el dinero no persiguen ahorrar gastos, sino sobre todo tranquilidad", apostilla el asesor financiero. El sector bancario es una de las enseñas del pequeño y próspero país centroeuropeo. Representa el 14% de su producto interior bruto y da trabajo a unos 180.000 empleados, el 5,6% de la población laboral.
Deportistas y artistas
Acostumbrados como están a ganarse la vida gestionando grandes cantidades de dinero ajeno, los suizos han hecho de la discreción una de sus señas de identidad. Pero hay excepciones que confirman la regla: la revista económica Bilanz publica todos los años una lista con los 300 principales patrimonios del país en una suerte de réplica local a la que suelen confeccionar para todo el mundo sus colegas de Forbes. La lista no suele deparar muchas sorpresas porque las grandes fortunas tienen tendencia a perpetuarse y los que aparecen son casi siempre los mismos, pero al menos sirve para alimentar debates de sobremesa en un país con fama de aburrido.
En la clasificación figuran personalidades conocidas como Alain Delon, Phil Collins, Roger Federer, Tina Turner o Frida, la morena del grupo musical Abba. También están el piloto de F-1 alemán Sebastian Vettel, a quien se le adjudica una fortuna de 200 millones de euros, o el heredero del imperio Fiat y presidente de la Juventus, Andrea Agnelli, con 1.400 millones. Santiago Calatrava, que trasladó su sociedad -Calatrava Family Investments- al país helvético hace tres años, se ha convertido en otro de los habituales de la lista de Bilanz. En su última edición se le atribuye una fortuna personal de 140 millones de euros.
El arquitecto e ingeniero tiene relación con Suiza desde hace más de cuatro décadas. Llegó por primera vez a Zúrich con 22 años para estudiar Ingeniería en su Escuela Politécnica y desde entonces ha mantenido un estrecho vínculo con la ciudad. Su esposa, una estudiante de Derecho a la que conoció allí al año de su llegada, es de origen sueco-suizo y entre ellos hablan en alemán. El traslado de Calatrava a Suiza suscitó una encendida polémica teniendo en cuenta que buena parte de los ingresos que ha obtenido en su carrera profesional han salido de las arcas públicas españolas. Por la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia, probablemente su obra más conocida, percibió unos honorarios de 100 millones de euros. El arquitecto de Beimàmet y su mujer residen la mayor parte del año en su casa de Nueva York, aunque en verano siempre pasan una temporada en Zúrich.
Una de las pocas novedades de la lista es la aparición por primera vez del escritor Paulo Coelho, que reside en Ginebra desde 2009 y al que Bilanz estima un patrimonio de entre 370 y 415 millones de euros. Coelho, de origen brasileño, no solo ha tenido grandes éxitos de ventas con obras como El alquimista, sino que además ha adoptado una activa estrategia comercial vendiendo por internet productos relacionados con sus trabajos literarios. El artista se ha hecho una figura tan popular en Suiza que en Ginebra hay un proyecto para construir un museo en su honor.
Calatrava no es el único arquitecto famoso que aparece entre las grandes fortunas suizas. Bilanz también menciona a Norman Foster, el británico casado con la española Elena Ochoa. El traslado a Suiza en 2008 del arquitecto inglés, que había sido nombrado lord unos años antes, causó también un gran revuelo debido al gran número de proyectos públicos que había firmado -y cobrado- en su propio país. La pareja reside en un castillo clásico del siglo XVIII situado en el área francófona que ocupa la parte meridional del país.
La presencia en Suiza de muchas de las figuras extranjeras que aparecen en la lista tiene que ver con un régimen fiscal especial que beneficia a grandes fortunas. También con la amplia gama de instrumentos financieros que ofrecen sus bancos, así como con la presencia de cualificados gestores financieros en sus sucursales. Pero el gran secreto de Suiza para atraer a los más ricos reside en su estabilidad. Como Dinamarca o Noruega, el país helvético apenas sale en las noticias y eso dice mucho de la armonía que reina en su sociedad. Con sus fortunas alojadas a cuerpo de rey en sus infranqueables cajas de seguridad, los más acaudalados duermen a pierna suelta sabiéndose a salvo de turbulencias políticas y económicas. ¡Bendito aburrimiento!, rumian para sus adentros.
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