JC. FERRIOL MOYA
Sábado, 24 de abril 2021, 00:36
Febrero de 2020. Las autoridades sanitarias mundiales hacen sonar todas las alarmas. El avance del Covid-19 resulta imparable. La Organización Mundial de la Salud le da la consideración de pandemia. El virus deja cientos de miles de muertos por todo el planeta y acentúa una sensación global de debilidad frente a una enfermedad hasta entonces desconocida. 2020 y lo que llevamos de 2021 son años marcados por el Covid. Los gobiernos adoptando medidas para tratar de minimizar el impacto sanitario, primero, y social y económico a continuación, derivado de esta crisis mundial. La vacunación, recién comenzada, se vislumbra ahora como la gran esperanza para detener la sangría de muertes generada por el virus.
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¿Y cómo lo ha hecho el Gobierno valenciano en su ámbito de actuación? Los valencianos, en su mayoría, consideran que la gestión sanitaria ha sido positiva. Y en cambio, suspenden al Botánico en relación con las ayudas concedidas ante las restricciones derivadas de la pandemia. La encuesta de Sigma Dos para LAS PROVINCIAS señala que un 58,9% de los encuestados considera «bien» o «muy bien» la gestión sanitaria del Consell durante la pandemia. Por contra, un 26,5% la considera «mala» o «muy mala». Es decir, el porcentaje de apoyo que recibe la gestión sanitaria del Ejecutivo de Ximo Puig dobla al de quienes lo suspenden.
El nivel de respaldo que reciben las medidas sanitarias adoptadas por el Ejecutivo valenciano encuentra mayor nivel de adeptos entre los votantes del Botánico. Y en especial los de Compromís. El 89,3% de los encuestados que votaron a la formación nacionalista en las últimas elecciones autonómicas consideran «bien» o «muy bien» la gestión sanitaria de esta crisis. El respaldo baja sensiblemente en los votantes de Podemos (78,9%) y los del PSPV (73,7%). Uno de los datos más llamativos del estudio es que entre los votantes del PPCV también son mayoría los que consideran que la gestión sanitaria del Consell merece un aprobado. En concreto, un 46,9% frente al 35,5% que considera que se ha gestionado «mal» o «muy mal». El mayor porcentaje de rechazo hacia las medidas impulsadas por el Botánico en este ámbito llega de los votantes de Vox, que en un 57% rechazan esa gestión.
Lo que trasluce del resultado de la encuesta es un respaldo a una gestión, la del Consell en materia sanitaria, que el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, ha asumido en primera persona. Junto a la titular de Sanidad, Ana Barceló, y a un reducido núcleo de colaboradores, el líder socialista activó con celeridad medidas para garantizar la llegadas de equipos de protección individual y mascarillas cuando, hace ya algo más de un año, la pandemia comenzó a azotar con fuerza a la Comunitat Valenciana, una de las regiones que comenzó pronto a notar el impacto de la enfermedad.
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Puig puede anotarse como un éxito el de haberse situado en primera línea de la gestión política de la pandemia. Una posición que no ha abandonado durante todos estos meses, a diferencia de lo que han hecho otros responsables del Consell. El caso de la vicepresidenta Mónica Oltra, prácticamente ausente de todos los focos durante la primera ola de la enfermedad y sin asumir responsabilidades a pesar de los altos índices de mortalidad entre las residencias de mayores, es el más evidente.
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La encuesta, es cierto, se realiza entre los días 12 y 17 de abril. Y recoge, por tanto, el mejor momento de la Comunitat Valenciana en cuanto al impacto de la pandemia, con unos índices de positividad muy por debajo de la media española y a la cabeza de todas las CCAA. Un dato que muy probablemente contribuye a que gestión sanitaria reciba una valoración tan positiva. Al Consell, en este sentido, no le pesan polémicas como las de los hospitales de campaña, el portazo del Ejecutivo central con algunos de los cambios de fase, haber levantado medidas restrictivas a destiempo, como ocurrió con aquel desafortunado «salvemos la Navidad», o el retraso en los índices de vacunación.
En favor de Puig, como en cierto modo ocurrió con el extitular de Sanidad Salvador Illa, parece haber pesado más en la valoración de la gestión la percepción de haber estado permanentemente dando la cara.
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¿Y la gestión económica? Aquí las cosas cambian. Las medidas y líneas de ayuda anunciadas para hacer frente al apagón económico generado por las medidas de restricciones y los confinamientos impuestos para tratar de controlar la pandemia dejan que desear. El Consell ha anunciado diversos mecanismos de financiación, gracias al aval financiero recibido desde el Ejecutivo central, pero la realidad es que esos fondos no han acabado de llegar a quienes lo necesitan. Y eso se percibe en los resultados del sondeo. El 34,4% de los encuestados considera «mala» o «muy mala» la gestión económica y de ayudas realizada por el Consell en relación con las restricciones derivadas de la pandemia, frente al 24,5% que lo consideran «buena o muy buena». Hay también un porcentaje destacado de encuestados, prácticamente uno de cada cuatro, el 26,8%, que la considera «regular».
De nuevo, como ocurre con la valoración de la gestión sanitaria, son los votantes de PSPV, Compromís y Podemos los que se muestran más comprensivos con la ejecución de las medidas aprobadas por el Gobierno valenciano. En el caso de la formación nacionalista, ese porcentaje de apoyo supera el 48%. Por contra, tanto entre los electores del PSPV como los de Podemos, la valoración mayoritaria de las medidas económicas vinculadas a la pandemia es la de «regular».
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La gestión financiera y económica de la crisis sanitaria aparece vinculada a las medidas de apoyo a los sectores productivos, a empresas y autónomos que durante buena parte de estos últimos trece meses han visto disminuidas, cuando no reducidas a cero, cualquier tipo de actividad que pudiera generarles ingresos. En ese ámbito, es cierto, el Consell ha anunciado algunas líneas de ayuda que por lo general se han percibido como escasas frente a la magnitud del colapso económico provocado.
El Gobierno valenciano, quizá la administración autonómica con mayores dificultades financieras de todas las CC AA, ha tenido que sostener a proveedores y sectores productivos gracias, en buena medida, a las líneas de financiación impulsadas por el Gobierno central, como los 16.000 millones no reembolsables aprobados en junio del año pasado bajo la denominación de Fondo Covid-19.
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De hecho, la gestión de esas ayudas, en la misma medida que las diferentes protestas protagonizadas por los sectores afectados, han derivado en una creciente confrontación política. Desde el PPCV se ha animado al Consell, por ejemplo, a poner en marcha medidas similares a las impulsadas por la Comunidad de Madrid, como la de que la Generalitat asuma el pago de las cuotas de los trabajadores autónomos de la Comunidad Valenciana con el fin de ayudar al colectivo a hacer frente a la crisis laboral que ha generado la pandemia del coronavirus.
Diversos sectores como la hostelería o el juego se han manifestado contra las restricciones acordadas por el Ejecutivo valenciano que, a diferencia de regiones como Cataluña, ha puesto más el foco en bares y en restaurantes que en otro tipo de actividades. ¿El balance? Casi 4.500 empresas desaparecidas en la Comunitat durante 2020, caídas de facturación del 40% en algunos sectores y la convicción de que lo peor, en términos económicos, aún puede estar por venir.
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