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Burguera
Viernes, 28 de abril 2023, 01:41
La arruga política es relativamente bella, pero sólo para ellos. Candidatos y candidatas del PP, del PSPV, de Compromís, Vox, Ciudadanos, Podemos, aspirantes a ser alcaldesas, presidentes de la Generalitat… son adelgazados, afilados, retocados, pero ellas son especialmente «filtradas». Todos queremos vernos bien ... en las fotos, pero en algunos casos ese deseo transforma, literalmente, a la persona candidata. «Las mujeres no tenemos derecho a envejecer públicamente», señala una destacada política valenciana, candidata en esta y en otras campañas electorales, autonómicas y nacionales.
«Cuando la candidata es mujer, existe a menudo la idea preconcebida -y anticuada- de que hay que mostrarnos más cómo nos gustaría ser vistos que cómo somos realmente. No sucede lo mismo, como bien muestran algunos carteles, en los hombres, en los que si bien seguro que hay retoques, estos no son tan obvios ni tan comunes», indica Xavier Peytibi, consultor de comunicación en Ideograma.
«En comunicación política deberíamos dejar a un lado el hecho de vender una imagen casi perfecta de los candidatos, especialmente la de las candidatas y empezar a mostrar a los ciudadanos los valores reales que se han perdido. Esta sociedad necesita menos estética y más sustancia. Esto es consecuencia de querer imitar a Sánchez y a Yolanda Díaz», señalan desde la consultoría política Casanova y Carbonell.
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Peytibi recuerda que «el objetivo de un cartel electoral es enviar un mensaje y una imagen, siempre. Si la imagen no se adecua a la realidad, si no es coherente, el mensaje que estamos enviando con esa imagen hace que se desvirtúe esa coherencia, esa credibilidad. No es malo retocar, es lógico y normal, pero sí lo es exagerar. No es el caso de estas elecciones en la Comunitat, pero en otros lugares he visto carteles donde el candidato o la candidata no se parece en nada a la realidad, por ejemplo en temas de delgadez, arrugas, de moreno de piel, de lunares…»
«Es obvio que para las mujeres existe una presión añadida, solo por el hecho de ser mujeres, de estar perfectas. Es algo injusto. Por otro lado, hay algo más a comentar, y es que no sabemos hasta qué punto el cartel electoral lo decide el candidato o la candidata o si lo hace un equipo propio. A menudo, la fotografía es escogida por los candidatos, por lo que suelen escoger en la que se sienten más favorecidos, o piden estarlo», aclara Peytibi.
«El rejuvenecimiento de las candidatas, en comparación con ellos, además de ser machista es un engaño, y eso no es positivo. De todas formas, es probable que ellas no tengan ni idea de esos retoques, que ni les hayan consultado», señala otra destacada política valenciana. Dos mujeres que fueron candidatas en anteriores elecciones aseguran, sin embargo, que ellas se encontraron con los carteles, nadie les consultó previamente.
Las imágenes de algunas de las candidatas en la Comunitat en estas elecciones son comentadas profusamente en las redes sociales. Las comparaciones entre sus, teóricamente, iguales, constatan ese exceso a la hora de rejuvenecerlas, en comparación al tratamiento digital de las imágenes de ellos. Es el caso del cartel de las presentaciones de las candidaturas de Unides Podem en Castellón o Alicante por parte de Héctor Illueca y Rosa Pérez Garijo. Prácticamente coetáneos (tres años de diferencia), la fotografía del vicepresidente segundo presenta un retoque mucho menor que la de la consellera. «Lo vi y flipé», admite una relevante señoría que ha ocupado la bancada de UP en Les Corts durante años.
Las fotografías de dos destacadas candidaturas del PSPV también muestran las diferencias en el tratamiento de la imagen. Ximo Puig, presidente de la Generalitat y aspirante a continuar como jefe del Consell, nació el mismo año que Ana Barceló, candidata a la alcaldía de Alicante; sin embargo, el filtrado es sustancialmente diferente. «La diferencia es obvia. Se da cuenta cualquiera», reconoce un diputado del PSPV.
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«La política como Hollywood. Ellos pueden tener arrugas, como Clint Eastwood y ellas, a partir de los 40 años, son tratadas diferente», indica un exasesor del tripartito, mientras que otro destacado exdirigente del Botánico constata que, «al parecer, a los hombres nos sientan bien las arrugas (son marcas de la vida que implican madurez o experiencia) mientras que a las mujeres hay que borrarlas. Me gustaría saber qué hay dentro de la mente de alguien que piensa que una mujer con arrugas es 'poco vendible' mientras que a un hombre le sientan bien».
«Lo queramos o no, las investigaciones científicas nos dicen que nuestro cerebro está programado para juzgar en milésimas de segundo ( 40 milisegundos, según Alexander Todorov de la Universidad de Princeton) a la persona que tenemos delante y si se trata de dar nuestro voto a un candidato electoral la emoción y las sensaciones que nos generan prevalecen sobre la razón y el programa electoral», explica Susana Fuster, periodista valenciana que se ha especializado en la comunicación y el análisis de la comunicación no verbal, quien advierte que, «aunque nos cueste reconocerlo, la belleza es un plus en política. Las personas más atractivas suelen recibir más apoyos, al igual que en otros ámbitos».
Fuster recuerda que la neurociencia «señala que a la hora de valorar a un candidato tenemos en cuenta inconscientemente dos factores: el grado de fiabilidad y confianza que nos genera y la autoridad que proyecta. Y la primera impresión es determinante, más aún si solo observamos una fotografia».
«Penalizamos en los carteles electorales tanto el exceso de maquillaje en los hombres porque proyecta artificialidad como los rostros cansados y apagados, y esto aplica también a las féminas. La apariencia cuenta y mucho. El rostro de un político con arrugas puede ser interpretado subjetivamente por el electorado como madurez y experiencia. Sin embargo, a las mujeres se les exige incluso más. La tendencia no obstante está cambiando, ahí tenemos los ejemplos de Manuela Carmena, de Jacinta Ardern o Merkel. En esos casos, el liderazgo femenino se asienta en su naturalidad y autenticidad. Desde el punto de vista de la comunicació no verbal, el cartel electoral ha de ser servir como gancho y para ello lo más importante no son tanto los retoques estéticos sino mostrar una expresión afable (nada de rostros serios o medias sonrisas), un buen contacto visual y una postura abierta. Los excesos y más en política nunca fueron buenos. Con arrugas o no, lo que realmente cuenta es el carisma que nos transmite el o la candidata», concluye Fuster.
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