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El expresidente José María Aznar ha desembarcado en Valencia en pleno comienzo de la ola de calor y bajo un clima de precampaña electoral. Lo ha hecho para presentar una biografía de Ricardo Samper, expresidente del Consejo de Ministros del Gobierno de centroderecha durante la Segunda República, que le ha brindado de todo tipo de argumentos para arremeter, con su estilo y de forma indirecta, contra Pedro Sánchez.
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Aznar, rodeado de pesos pesados populares como Esteban González Pons o el «presidente inminente» Carlos Mazón, se ha centrado en comentar en el Ateneo de Valencia la obra escrita por Roberto Villa y lanzada por la Fundación FAES que preside, aunque no ha podido resistirse a hacer comparaciones con la situación política actual. Algo que esperaban unos asistentes que no han dudado en aplaudir cuando han captado las referencias, muchas veces sutiles.
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Frente a una Transición que considera que aprendió de los errores de la Segunda República, ha asegurado que se está perdiendo el norte y que es «una desgracia nacional que discursos de ínfima circulación panfletaria se hayan abierto paso hasta el BOE». Signos que para el expresidente evidencian que quizás haya que hacer otra transición que recupere los verdaderos valores.
Para el que fuera también el máximo dirigente del PP el mejor ejemplo de esta deriva es la ley de «extraña memoria democrática que se construye desde el olvido». «La Transición fundamentó nuestra democracia en la inclusión y en 40 años no sufrió impugnación desde la izquierda», ha rematado . Porque Aznar ha querido dejar claro «que hubo liberales y demócratas víctimas de los republicanos». Algo que es consciente que no contempla una ley hecha a medias «con los herederos del terror», que cree que sólo buscan deslegitimar al adversario heredero de la Transición, en referencia al PP.
Aznar ha destacado que a Samper le tocó lidiar con «el exclusivismo cerril de la peor izquierda» y «en su pulso con una Generalitat sediciosa buscó siempre eludir el choque», en un comentario que recuerda a la situación política catalana. En este contexto, ha incidido en que la democracia «requiere, para ser auténtica y consolidarse, no excluir a nadie y que nadie se arrogue el monopolio de las credenciales democráticas», en unas palabras que recordaron a Vox. Un actor que no fue nombrado en todo su discurso pese a que está de plena actualidad tras el pacto alcanzado con el PP.
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Ha concluido su discurso con el deseo de que se alcance uno de los más nobles ideales, «conseguir que el conjunto de las instituciones de un país sea tal que se pueda desenvolverse normalmente, jurídicamente, la convivencia».
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