Directo Un agraciado gana 192.883,96 euros con el Gordo de la Primitiva de este domingo en un municipio de 3.000 habitantes
Puig y Ábalos, en un acto del PSPV IRENE MARSILLA

Que baje el telón

La obligada renovación de liderazgos en el PSPV recuerda a la protagonizada en su día por Lerma y Ciscar, con resultados entonces más que discutibles

JC. Ferriol Moya

Valencia

Domingo, 25 de febrero 2024, 01:33

Dicen que la historia se repite. Ximo Puig y José Luis Ábalos, dos de los grandes referentes del socialismo valenciano, ponen punto y final ... a su etapa en la primera línea de la política en la Comunitat. Con diferentes caminos, es verdad. Puig destino a París, para ocupar la embajada española ante la OCDE y disfrutar de un sueldo más que respetable. Ábalos, señalado tras la detención del que fuera su colaborador en el Ministerio de Transportes, Koldo García, por haber hecho negocio con la compra de mascarillas durante el Covid. E invitado este viernes por la vicepresidenta María Jesús Montero a dejar su escaño en el Congreso.

Publicidad

Ambos han sido los grandes protagonistas de la historia del PSPV de la última década y media, si no más. Puig, líder del partido durante doce años, presidente de la Generalitat dos legislaturas, derrotado en las urnas el pasado 28-M y lastrado por el fracaso de no haber logrado ser ministro del Gobierno de Pedro Sánchez y poner así broche a su carrera política. A cambio, el regalo del líder del PSOE de ofrecerle destino en la capital francesa. Una jubilación al destino de muy pocos.

Ábalos, ministro de Transportes y secretario de Organización del PSOE, compatibilizando al mismo tiempo ambas responsabilidades, convertido en ese momento en el dirigente socialista valenciano más influyente, al frente del ministerio más inversor y de la fontanería del partido. Artífice del regreso a la secretaría general de Sánchez tras el golpe de estado de los barones -incluido Puig- en octubre de 2016. Número dos en la última lista para las generales por Valencia, y recuperada la confianza de Sánchez tras su sorpresivo relevo en verano de 2021, su destino era la lista del PSOE para las elecciones europeas. Otro retiro dorado... hasta que ha estallado el caso Koldo.

Las coincidencias con el adiós de Lerma y Císcar tras las derrotas electorales de 1995 y 1996 son numerosas

Puig y Ábalos han liderado corrientes distintas en el socialismo valenciano. Puig, heredero del lermismo, el sector que tomaba su nombre del expresidente de la Generalitat entre 1983 y 1995, Joan Lerma, con quien fue director de gabinete. Natural de Morella (1959) pero al frente de un grupo de dirigentes de la provincia de Valencia -con Gandia como referencia principal- y con apoyos en la provincia de Alicante, como el del veterano Ángel Franco. Ábalos, nacido en Torrent (1959) pero con carrera política ligada a la ciudad de Valencia, referente de la denominada 'minoría mayoritaria' del partido en el cap i casal. El PSPV de los Rafael Rubio o Pepe Camarasa, y después de Mercedes Caballero o Aarón Cano. A escasos nueve votos de lograr la secretaría general del partido en 2000. Cercano a Sánchez como ningún otro hasta su destitución hace ya tres años.

Publicidad

Dos corrientes distintas y también dos formas de entender el partido. La vía valenciana frente a la renovación, el federalismo pregonado por Puig -al menos hasta la designación por Ferraz de Diana Morant como nueva líder del PSPV- frente al respeto a la dirección federal en su habitual pulso con los barones.

El PSPV cayó durante casi dos décadas en una sucesión de gestoras, crisis de liderazgos y fracasos electorales

El final de la etapa de Puig y Ábalos recuerda hasta la exageración la de los últimos principales referentes del socialismo valenciano. Joan Lerma y Ciprià Ciscar. El primero, como Puig, presidente de la Generalitat -en este caso durante tres legislaturas-. El segundo, como Ábalos, ex secretario de Organización del PSOE. Lerma, padre de la arquitectura institucional de la Comunitat y líder con mano de hierro de la federación socialista valenciana. Císcar, miembro del Consell presidido por Lerma hasta distanciarse del expresident y, desde entonces, ganar en Madrid el peso político y el reconocimiento orgánico que no logró en el PSPV. Autor intelectual del famoso vídeo del dóberman en las generales de 1996.

Publicidad

Como ha ocurrido con Puig, la derrota electoral también marca el final del protagonismo político de Lerma. En 1995 es derrotado por Eduardo Zaplana y marcha de ministro con Felipe González, cargo que ocupó durante sólo unos meses. Ciscar resiste como secretario de Organización hasta el año 2000.

Lo ocurrido tras la derrota del PSPV en 1995 y el PSOE en 1996 guarda cierto paralelismo con el pasado 28-M. Puig tuvo muy en cuenta las críticas que recibió Lerma casi 30 años antes, cuando ni siquiera se quedó para hacer el traspaso de poderes a Zaplana. Aspiró como aquel a ser ministro, pero no lo logró.

Publicidad

Ferraz ha tomado ahora las riendas para evitar un choque en las primarias de incierto resultado para el PSPV

En todo caso, el PSPV abrió entonces la caja de las crisis internas, de la falta de liderazgo y de la oposición descabezada y tardó década y media en cerrarla.

Tras la derrota electoral, Lerma convoca un congreso (1997) en el que el candidato 'renovador', Joan Romero, se impone al 'oficialista' Antonio Moreno, el apoyado por el aparato lermista. Que un congreso te elija como líder del partido -sea en una votación como entonces, o con la inestimable ayuda de Ferraz despejando a córner a los candidatos alternativos como ha ocurrido ahora-, no es garantía de nada. Entonces, porque el lermismo y especialmente Císcar se aliaron para forzar la caída de Romero (a tres meses de las autonómicas de 1999, por cierto). Ahora, quizá, porque el recién proclamado liderazgo de Morant depende tanto de Sánchez que cualquier eventualidad electoral a la que tuviera que hacer frente el líder del PSOE dejaría desprotegida a la ministra. Y eso en este PSPV lo sabe cualquiera.

La historia dice que Romero dejó paso al exministro Antoni Asunción, que fue candidato en las autonómicas pero al que le cortaron el paso paro liderar el partido. El lermismo prefirió a Ignasi Pla, elegido, dimitido en 48 horas por la presión de Ferraz, y vuelto a elegir en un apretado esprint con Ábalos en el que se impuso por 10 votos.

Publicidad

El liderazgo de Morant depende de Sánchez. En el PSPV cada alcalde con mayoría absoluta observa acontecimientos

Pla lo intentó, electoralmente, en 2003 y en 2007. Sin éxito en ambos casos, y eso que zaplanismo y campsismo ya se tiraban sin empacho los trastos a la cabeza. Ese último año, su propio partido se encargó de filtrar un escándalo por unas obras en su domicilio. Y Pla dimitió. En este periodo que va desde la salida de Lerma hasta la de Pla –después llegaría la designación de Jorge Alarte, y cuatro años después la de Puig– el PSPV disfrutó (es un decir) de media docena de gestoras que dirigieron el partido de forma provisional. Baile de líderes y baile de discurso, con un Alarte que apretó las tuercas en la lucha contra la corrupción y un Puig que, como consecuencia de aquello, heredó un partido en ruina pero alcanzó la Generalitat en 2015.

Es un resumen rápido. La derrota de Lerma en 1995 dio pasó a dos décadas enteras de hegemonía electoral del PP valenciano, primero con Zaplana, luego con Camps -paréntesis de Olivas mediante- y con Alberto Fabra en la despedida.

Noticia Patrocinada

La caída del Botánico el pasado 28 de mayo ha abierto un periodo de incertidumbres en la izquierda valenciana, que recuerda al de 1995. Los dos líderes del PSPV de la última década y media dejan paso, igual que tuvo que hacerlo Mónica Oltra por su imputación judicial. Sánchez sostiene un Gobierno que depende de los caprichos de Puigdemont y los soberanistas. Y que será fuerte mientras mantenga ese apoyo. Mientras tanto, batacazo el 28-M, supervivencia el 23-J, nuevo batacazo en Galicia y ahora vascas y europeas como nuevas metas volantes.

La desorientación orgánica, con Morant impuesta por Ferraz y los dos teóricos barones provinciales, Carlos Fernández Bielsa y Alejandro Soler, desviados a cargos honoríficos en la próxima ejecutiva. Como líder, una ministra con un nivel de valoración bajo y uno de conocimiento público aún peor. Y como hoja de ruta, exhibir la gestión de Sánchez como principal argumento -discutible a la vista de las cesiones al independentismo y los 'olvidos' con la Comunitat-.

Publicidad

¿Es este PSPV el mismo de 1995? Para empezar, la derrota electoral ha dejado en ambos casos un partido tocado, obligado a reinventarse, renovando liderazgos y también discurso. Aquel año, el proceso derivó en una crisis orgánica como consecuencia de las batallas entre sectores y sensibilidades. ¿Han desaparecido? La realidad es que en la actualidad existen casi tantas formas de entender el partido como alcaldes tiene el socialismo valenciano. Las corrientes históricas sobreviven -unas con más fuerza y otras de forma testimonial- y ahora se suman los referentes locales (no demasiados) que han logrado mayorías absolutas en sus municipios y que creen llegado el momento de asumir más protagonismo.

Sólo Sánchez y su presidencia del Gobierno impiden que la aparente cohesión salte por los aires. Morant será elegida secretaria general a finales de marzo. Pero está por ver que esa decisión despeje todas las dudas. Su papel como ministra, la hegemonía electoral recuperada por los populares, la obligación de defender el discurso de un Sánchez volcado con otras autonomías... El PSPV baja el telón de dos liderazgos históricos. Pero la última vez que lo hizo sirvió para abrir una profunda crisis orgánica y electoral.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete a Las Provincias al mejor precio: 3 meses por 1€

Publicidad