Vicent Marzà se dirige a un pleno del Consell durante la pasada legislatura. damián torres

Se busca encaje para exconseller

Compromís barrunta qué hacer con Marzà en Les Corts y en las futuras listas, con Baldoví marcando territorio y con el riesgo de que más crispación con el PSPV deje al tripartito fuera de la Generalitat

Burguera .

Valencia

Jueves, 12 de mayo 2022, 19:12

Varón, 39 años, con amplia experiencia en la gestión pública busca encaje en su propia formación política a un año de las elecciones tras salir, por fin, del Consell tras un intento fallido hace cinco meses. Vicent Marzà Ibáñez, una promesa de gran líder para ... un sector del nacionalismo valenciano y un oscuro deseo de la oposición, pues su perfil como posible alternativa a Oltra le va como anillo al dedo para el discurso del PP o Vox. ¿Cómo encajar en el engranaje de Compromís esta pieza que de repente se ha convertido en una baldosa floja? Consultadas fuentes del Més, el antiguo Bloc, tanto en el partido, como en Les Corts y el Consell, elevadas consultas a destacados miembros de la coalición compuesta por los nacionalistas, Els Verds e Iniciativa, el partido de Mónica Oltra, todos coinciden en que se trata de un activo político valioso. La cuestión es para qué es valioso y si ese aprecio que se le tiene por parte de los demás podrá sintonizar con sus propias aspiraciones. Porque ahora mismo, a día de hoy, Marzá está fuera de compás por voluntad propia.

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Marzà podría aspirar a relevar a Oltra, pero en su partido, en la coalición y hasta en el PSPV, esa posibilidad se hace carne en el cuerpo de Joan Baldoví, como mal menor si la vicepresidenta de la Generalitat da un paso atrás, y conscientes aún así de la merma como reclamo electoral de uno respecto a la otra. La marcha del conseller interpela a la vicepresidenta, cuya permanencia cuestiona incluso Gabriela Bravo. Las casualidades en política son más bien causalidades. Crisis interna en el tripartito, capítulo 1.003. Oltra, que es más de irse que de que la echen, silba y mira hacia otro lado.

Marzà puede imaginarse con un papel preponderante ahora en Les Corts, pero los repartos en el parlamento ya están hechos. Marzà quizá tiene un gran proyecto orgánico, pero los congresos ya se han celebrado y los fontaneros internos ya están en plena faena de captación de votos y configuración de estrategias.

¿Y ahora qué?

Como pista, un tuit de despedida de Alberto Ibáñez, el portavoz de Iniciativa, el partido de Oltra. Ibáñez, asesor de la vicepresidenta, da las gracias a Marzà y le adjudica destino: «Ahora, en el Grupo Parlamentario Compromís, reforzará la voz de las comarcas del norte junto a Mónica Àlvaro, Belén Bachero y Silverio Tena». Al norte. A sus labores parlamentarias, le envían desde el entorno de Oltra, que inicialmente fue su valedora y que posteriormente ha sospechado que Marzà había sido seducido por los cantos de sirena de Ximo Puig para actuar como un contrapeso a la figura de la vicepresidenta. Ahora mismo, pocas confianzas políticas, aunque la relación personal se mantiene.

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'Agueda Micó, secretaria general de Més, tiene que recuperarse de la sorpresa de verle decir adiós sin ella saberlo 48 horas antes. La líder orgánica del antiguo Bloc tiene sus propios planes, y su proximidad a Marzà es tan innegable como su autonomía, la de Micó. Compromís tiene pendiente asuntos internos de enjundia, como todo lo relativo a los procesos de primarias, revisables para evitar que las votaciones de simpatizantes y militantes compongan unas listas que luego dejen a los grupos de cargos electos sin personas con cualificación, por ejemplo, en asuntos económicos. Marzà podría querer participar en una reconfiguración de la coalición que, no obstante, se contempla con cautela por parte de todos, recelosos de perder autonomía, especialmente Iniciativa, que observó el congreso de Més como un intento de absorción de la marca Compromís. Pies de plomo, entonces.

Papi Robles, síndica de Compromís, accedió al liderazgo del grupo en Les Corts en enero y debe buscarle encaje. Es un parlamentario raso. Por ahora. Obviamente, Marzà no puede ser portavoz de comisiones como la de Educación, Cultura o Deportes. Precisa de un espacio político nuevo dentro del parlamento para sacarle rendimiento y colmar de algún modo sus aspiraciones.

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Tibio reclamo electoral

Marzà fue número 1 de la lista autonómica por la provincia de Castellón, así que podría reclamar una portavocía adjunta en Les Corts. Alguien téndría que cederle la vez. Que encabezase una candidatura que quedó cuarta, por detrás de PSPV, PP y hasta Ciudadanos, no conviene olvidarlo para calibrar su relativo potencial electoral. En Compromís lo tienen presente muchos de los que tuercen el gesto cuando comprueban que el propio Marzà no renuncia a nada. Fuentes de Més recalcan, en cualquier caso, que Marzà es una personaje político referencial y que bien podría, incluso, liderar la lista municipal de Castellón. Las opciones están muy abiertas, pero, además, y viendo el modo en que el tripartito se encona y entra en batallas internas a la mínima chispa que se enciende, en la coalición son constantes los llamamientos a la calma. La rivalidad con el PSPV no se puede transformar en un enfrentamiento público constante, pues eso podría costarles a todos su permanencia en la Generalitat. Marzà ha tendido puentes de entendimiento con los máximos dirigentes socialistas y eso no se quiere echar a perder.

Que Marzà se acompase precisará de encajar sus expectativas y necesidades con las de Compromís y Més. Todo cambio obliga a una adaptación, y especialmente si se produce por sorpresa. Aunque en su conselleria, su propio equipo, ya le veía «raro» hace una semana. Sin embargo, donde se evidencia que se trata de una decisión muy personal, incluso al margen de aquellas dirigentes de Més que se sitúan más cerca de él, es al comprobar la cronología de las 48 horas previas a su anuncio.

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Como pasta de boniato

Días antes, el viernes pasado, el presidente Puig se dirige a la vicepresidenta Oltra y le lanza un mensaje: estoy valorando hacer cambios en el Consell y si tenéis algún ajuste que hacer vosotros, comunícamelo. La vicepresidenta le señala que lo consultará a su gente. La líder de Compromís advierte de la situación a sus compañeros. Nadie dice nada más allá de darse por enterados. Sin embargo, durante el fin de semana, en Presidencia hay prisas por saber, de modo que la posibilidad de cambios se intensifica. Marzà, que quiso irse en diciembre, se lo piensa. Pero guarda silencio. En todo lo relacionado con el 'Acord del Turia', la escenografía del pasado lunes en la que se pretende reforzar un pacto de unidad de la izquierda con otras fuerzas como Más País de Errejón o formaciones afines de Baleares y Aragón, Marzà ni pincha ni corta ni se le ve. Es Baldoví quien cobra protagonismo, con Oltra sentada en el patio de butacas y en el escenario, junto al diputado nacional, Micó y Aitana Mas, la diputada autonómica que comparte con Ibáñez la portavocía de Iniciativa.

Se calla tanto Marzà, que la ejecutiva de Més, el antiguo Bloc, celebrada el lunes por la tarde sirve para armar un argumentario que explica la renuncia a realizar cambios. El partido, con Àgueda Micó al frente, decide que se trasladará el mensaje de que el Consell lo está haciendo tan bien que no hacen falta remodelaciones, al menos en lo que respecta a Compromís. Y así, el martes por la mañana, Papi Robles, síndica de Compromís, asegura por activa y por pasiva que las renovaciones, impulsos y relevos eran asuntos del PSPV que ellos ni entraban ni salían porque el Consell está en plena forma. Ni 24 horas más tarde, Marzá dimitiendo. Micó y Robles, como pasta de boniato.

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El conseller se reunió la tarde del martes con Oltra para comunicarle su decisión. La vicepresidenta le sugiere que se tome unas semanas, para no hacerlo coincidir con los cambios que se plantea Puig. Sin embargo, el titular de Educación se dimitía inconteniblemente y este miércoles dice adiós, adiós mientras su equipo en la conselleria buscaba dónde agarrarse ante un terremoto que amenazaba también su propio puesto de trabajo en el departamento, a un año de elecciones y treintañeros. La presencia de Raquel Tamarit en actos y reuniones internas se había incrementado en las últimas semanas y ahora todo el mundo se caía del caballo. Ahí estaba la heredera.

Una sucesora y Baldoví levanta el dedo

Tamarit, durante años muy cercana a Baldoví en el Ayuntamiento de Sueca, se convierte en la sucesora de Marzà sin gran discusión interna. Su nombre ya se barajó en diciembre, cuando el conseller ya amagó con irse y su partido le contuvo. La dirección de Més prefería entonces que el relevo de Marzà fuera María Josep Amigó, vicepresidenta de la Diputación, pero no da el perfil. No era profesora. Durante la tarde del miércoles, reuniones de las direcciones de Més y Compromís para cerrar la etapa de Marzà. Querían hacerlo rápido y con un mensaje de continuidad, en contraste con las semanas que lleva Puig barruntando sus cambios y la posibilidad de que alguno de ellos suponga aterrizar en la conselleria como el que cae en Marte.

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Marzá, en su despedida interna, saca pecho de su gestión. Baldoví, que también fue gestor, toma la palabra y pone también en valía que Tamarit le sucedió (no inmediatamente, sino tres años más tarde) al frente del Ayuntamiento de Sueca, que para Compromís es un baluarte. El diputado nacional marca territorio. Un anticipo de lo que puede pasar si Marzà y su entorno alimentan deseos de convertirse en una alternativa a Oltra. Hay lista de espera. En las encuestas y sondeos de valoración, Baldoví aparece en muy buena posición. Como en España se entierra muy bien, que dijo en su día Rubalcaba, y aunque los nacionalistas valencianos son de poca querencia a según qué costumbres nacionales, a Marzà se le oficia un funeral de conseller con todos los abrazos, reconocimientos y aderezos necesarios. Sin embargo, en política, como en los toros, lo de cortarse la coleta pero después volver al ruedo es el pan de cada día. El inminente exconseller no ha cumplido los 40 años. Le queda vida. Lo que no se sabe es cuál.

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