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16 días. Es el tiempo que falta para que la vicepresidenta de la Generalitat, Mónica Oltra, acuda al Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat para prestar declaración como imputada por la gestión de su conselleria en el caso de los abusos de su exmarido ... a una menor tutelada. Un plazo corto si de lo que habláramos fuera de una lista de espera sanitaria, pero una eternidad para el calendario político valenciano. La agenda mediática parece bastante despejada para Oltra, que esta semana no se sentará en la mesa de la rueda de prensa semanal del pleno del Consell, porque el viernes es festivo autonómico y no hay, por tanto, reunión. Además, Oltra ya se sometió a las preguntas de la prensa el viernes pasado, dejó claro que no tiene intención de dimitir, y participó en la fiesta-mitin de Compromís, el sábado, para ser homenajeada y apoyada por la plana mayor del partido en público. Así que sus credenciales ya están sobre la mesa.
Pero, ese mismo calendario va a subir de intensidad para el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, sobre quien apuntan ahora todos los focos. Sobre todo, porque es a quien todos señalan como el principal perjudicado por la magnitud de esta crisis, con la que la oposición ya se frota las manos. Puig, que lleva días pidiendo un tiempo para reflexionar, es consciente de que cada día que Oltra sigue como vicepresidenta, en la actual situación, es un día más de desgaste para el conjunto del Botánico. Y todos los micrófonos se dirigirán a él estos días para conocer si la reflexión va a dar lugar a decisiones. Pero, en rojo, dos fechas marcadas en el tablón de cosas importantes del Palau: la próxima sesión de control al presidente en Les Corts y la declaración de la vicepresidenta ante el juez instructor del TSJ.
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Y es que en Presidencia son conscientes de que el ruido que está ocasionando la imputación de la vicepresidenta tiene un efecto directo sobre el resto del Consell y sobre todo el bloque de la izquierda. Y los gestos que se han producido este pasado fin de semana no han ayudado demasiado a apaciguar la situación. Ni la contundencia de Oltra, ni el acto festivo han caído bien en el saco de los socios. «La fiesta ha salido hasta en la sopa en todas partes y muchos de los medios y tertulianos más influyentes que auparon la figura de Oltra están pidiendo su dimisión en prime time», aseguran cargos del Ejecutivo. Otros creen estar asistiendo «al suicidio de un partido en directo, como le ocurrió a Ciudadanos», a apenas un año de elecciones autonómicas, y con una coyuntura social y económica complicada por la inestabilidad generada por la pandemia, la guerra de Ucrania y la subida de precios.
Por tanto, todos ahora miran a Puig para protagonizar una decisión sin precedentes, pero que otros en el Consell cree que no sólo reforzaría al presidente, sino a todo el Botánico. De hecho, el caso Oltra, después del batacazo del PSOE en Andalucía, puede acabar suponiendo un problema más en Madrid, porque el gobierno de coalición sabe que la Comunitat es prioritaria para poder seguir en Moncloa. Así que son muchos los que creen que Puig y Oltra deben sentarse «lo antes posible» para tratar de tomar una decisión «por el bien de todos». «Cuando no se suma, se resta», aseguran desde el Ejecutivo valenciano. Y estos 16 días pueden ser un calvario para todos. De ahí que desde Presidencia se quiera llegar a una solución pactada antes del 6 de julio, día de la declaración, para que toda una vicepresidenta no sea la que declare ante el juez. Porque, de una destitución unilateral, nadie, a día de hoy, quiere oír hablar.
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