El PP valenciano gestionó mal la imputación de Rita Barberá. También la dirección nacional. Fatal, de hecho. Ahora ya no lo discute nadie. En su día, en cambio, la presión política por la sucesión de denuncias de corrupción, el continuo ir y venir ... de cargos y excargos del partido por los tribunales de justicia, llevó al partido a adoptar una decisión radical: la famosa línea roja frente a las imputaciones judiciales.
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Aquel PP no vio otra puerta de salida, quizá porque no la había. Sólo se podía optar por la vía de la ejemplaridad, un intento en vano por ofrecer una imagen de contundencia que, no sólo no lavó la imagen del partido, sino que –lo que es peor– estableció una tabla rasa por la que se decidió ser expeditivo frente a cualquier acusación. Un dejar caer a los cargos, como si todos fueran iguales y como si una mera acusación, en muchos casos impulsado por los partidos de izquierda sin más interés que el político, fuera poco menos que una prueba de culpabilidad. Un error de primer curso de cómo soportar la presión, que además se llevó por delante ni más ni menos que a la figura más emblemática de la historia del PP valenciano, a quien ocupó la alcaldía del cap i casal durante 24 años, con seis triunfos electorales consecutivos, de los que cinco fueron por mayoría absoluta.
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La dirección actual del PP valenciano no busca culpables de aquella situación. Pero analiza con perspectiva lo ocurrido y concluye que sí, que visto con distancia, la respuesta fue equivocada. «Entonces nos equivocamos todos, no digo que lo hiciera nadie en concreto. En aquellos tiempos era difícil encontrar otra puerta de salida que no fuera la de apelar a la ejemplaridad». Lo explica María José Catalá, secretaria general de los populares, líder del partido en la ciudad de Valencia y candidata a suceder a Barberá como alcaldesa de Valencia y poner punto y final a las dos legislaturas de la izquierda municipal con Joan Ribó en la alcaldía. Catalá, que ya ha anunciado que incluirá en su programa electoral renombrar el Puente de las Flores como de Rita Barberá y nombrar a la histórica dirigente popular Alcaldesa Honoraria de la ciudad a título póstumo, reconoce que, visto con el paso del tiempo, el partido debió de «haberse puesto el chubasquero y aguantar».
La dirigente popular, que en su momento decidió mantener como asesores de su grupo a algunos de los cargos que habían sido imputados por el pitufeo –posteriormente archivado por los tribunales– admite que la dirección de los populares que encabeza Carlos Mazón y ella misma entiende, a la vista de casos como el de Barberá, Eusebio Monzó o Francisco Camps, que «hay que aguantar y defender a tu gente».
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