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Diana Morant no sale en esta foto. Los históricos del socialismo valenciano se reunieron este jueves en Casa Baldo, un emblemático local del centro de ... Valencia que reabrió hace un par de años con una renovada estética. No acudieron todos los secretarios generales del PSPV, pero sí una nutrida representación de los líderes valencianos. Faltaba la actual ministra de Ciencia, Diana Morant, en un momento en que existe el debate acerca de la verdadera referencia del socialismo valenciano tras el reconocimiento de Pilar Bernabé, delegada del Gobierno, por su gestión de la dana. Otro de los ausentes fue Joan Romero, absolutamente desvinculado del PSPV por razones que quizá solo pueden entender quienes han vivido la política desde dentro.
El caso es que la mesa quedó constituida por cuatro comensales de conocida sensibilidad progresista. El más fácilmente reconocible, Ximo Puig. El expresidente de la Generalitat disfruta hoy de un puesto de embajador de España ante la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Cambió Valencia por París y, además, vio cómo el sueldo crecía notablemente a salvo de inflaciones y otros contratiempos. De unos 80.000 euros de presidente, pasó a unos ingresos de cerca de 120.000 euros. A esto, además, se le suma una menor exposición mediática. Más tranquilidad y sosiego. Alejado de las luchas de su partido y con todo su equipo repartido en diferentes administraciones. Su salida ha sido un éxito. Y es él precisamente quien más hace por reunir a este grupo, el artífice de la mayoría de citas que se han producido en los últimos años. El pegamento social de estos amigos desde hace cerca de 30 años.
Joan Lerma ha sido el otro presidente socialista, un referente del PSPV. Su sintonía política con Puig ha sufrido algunos altibajos como cualquier relación extensa que se precie. Lerma, padre de la arquitectura institucional del autogobierno valenciano, dio nombre a lo que se conoce como 'lermismo', la denominación de la principal –por su duración ya que ha llegado hasta la actualidad– familia del socialismo valenciano.
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El exdirigente tomó un camino diferente al de Puig cuando perdió las elecciones. A las pocas semanas Felipe González le nombró ministro de Administraciones Públicas. No participó siquiera en el traspaso de cartera a su sucesor en el Palau. Dos años más tarde, en 1977, cedió el poder en el partido. El 'lermismo' presentó al portavoz parlamentario Antonio Moreno como aspirante. Los 'renovadores' a Joan Romero, quien ganó.
La etapa de Joan Ignasi Pla resultó, sin duda, la más convulsa por su inesperado desenlace. Se vio obligado a dejar la secretaría a raíz de la aparición de unas informaciones sobre el supuesto trato de favor por una constructora en las obras de reforma de su vivienda. Él, en cambio, siempre sostuvo que pagó las citadas obras. Había llegado a la cúpula del socialismo valenciano en septiembre de 2000 cuando se impuso a José Luis Ábalos. Su andadura en la política la inició como asesor en el Ayuntamiento de Valencia. Hoy trabaja en la empresa Gesmed, encargada de la gestión de centros residenciales, como director de desarrollo corporativo.
Jorge Alarte era el otro de los comensales en la mesa de Casa Baldo. Su relación con Ximo Puig ha pasado también por idas y venidas a lo largo de su dilatada trayectoria política. De hecho, Puig fue quien le arrebató el liderazgo en un congreso donde, por primera vez, se suspendió la gestión del secretario saliente. Un castigo difícil de olvidar. Alarte dejó la política y se dedicó a su profesión de abogado. Unos años más tarde, Puig le fichó para su equipo. Primero al incluirlo en las listas para el Senado. Más tarde, al nombrarlo director general de Relaciones con las Comunidades Autónomas y Representación Institucional.
Estos cuatro socialistas se reúnen cada cinco o seis meses para hacer un balance bajo esa expresión tan coloquial de 'cómo va la vida'. Cada uno se paga la suyo, en estas citas nada clandestinas en clave orgánica, según aseguran. Estos encuentros se suelen programar bien para el verano o en el periodo de fiestas cuando es más fácil cuadrar las agendas.
Allí hablaron de la vida y quizá también de algunas claves de la política, hoy más agitada que nunca. Lo hicieron con un par de entrantes y lubinas, todo acompañado de alguna copa de vino. En el local, qué coincidencia, se encontraron con una de sus rivales políticas, la diputada y exconsellera del PP Gema Amor. Nada como dejar la política para que se imponga la cordialidad.
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