Mientras avanza la desescalada de la crisis sanitaria se gesta la escalada de la tensión política. Puro taoísmo. Lo opuesto convive. El relajo de las medidas de confinamiento va acompañado por los nervios entre los partidos. Se liberan los ciudadanos del encierro, se recluyen los cargos públicos en sus respectivas formaciones, cuitas y estrategias. Y así Compromís está descorchando la presión que comenzó a acumular hace año y medio.
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La coalición valenciana empezó a criar sentimientos oscuros hacia PSPV y Podemos cuando ambos partidos, a principios del año pasado, coincidieron en impulsar el adelanto de las elecciones autonómicas de 2019. Medio año después, a finales del ejercicio pasado, se produjo un paréntesis para que Pedro Sánchez fuese investido presidente. Se formó un Gobierno central, precisamente, configurado por socialistas y podemistas. Compromís quiso creer en Sánchez. No le quedaba más remedio. Sin embargo, la pandemia ha terminado de inyectar presión a la relación. Compromís barrunta levantarse de la mesa. Los nacionalistas tampoco se creen a Sánchez, que ya no está cuestionado solo por la derecha. En la Comunitat, los postulados del presidente también pierden fieles por la izquierda en la que habita Compromís.
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«Es evidente que la emergencia, el estado de alarma, ha puesto todo patas arriba. Sería ingenuo pensar que lo que valía hace cinco meses sigue valiendo exactamente igual ahora. Pero una cosa sería adaptar conjuntamente los acuerdos de investidura a la realidad política y otra muy distinta es que Sánchez avance en solitario esperando simplemente que la contraparte 'pegue cabotá'». Así explica una de las voces con más jerarquía orgánica en Compromís el modo en que la coalición está afrontando las últimas semanas: «La pregunta no es qué le pasa a Compromís con el Gobierno, sino al revés, qué le pasa al Gobierno con Compromís».
Los nacionalistas valencianos mantienen una complicada relación con sus socios botánicos, a la sazón en el Gobierno, desde las elecciones de abril de 2019, pero en enero votaron a favor de la investidura de Sánchez. Firmaron un acuerdo que les ha mantenido próximos a las tesis del Ejecutivo central. Sin embargo, Compromís giró el volante el 20 de mayo. Su diputado en el Congreso, Joan Baldoví, votó no a la quinta prórroga del estado de alarma solicitada por el Gobierno. Primer aviso serio.
Segundo: Oltra, como portavoz del Consell, arremetió ante la negativa del ministro José Luis Escrivá de cogestionar el Ingreso Mínimo Vital (IMV). La vicepresidenta de la Generalitat y líder de Compromís advirtió que ese rechazo de Escrivá era un agravio para la Comunitat en comparación con el País Vasco, Navarra y, posteriormente, Cataluña, que sí lo gestionarán. Y tercer aviso: Baldoví volvió a votar el miércoles en contra de la sexta prórroga. Ya no es un toque de atención.
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El ni
Este periódico ha consultado con media docena de altos cargos del Consell, responsables orgánicos de Compromís y dirigentes de la coalición en el poder legislativo valenciano, tanto en Les Corts como en el ámbito de las diputaciones, así como entre los más próximos a Baldoví. Hay varios argumentos coincidentes: Compromís está siendo ninguneado («despreciado») y su confianza en Sánchez se agota. «Básicamente, se nos ha acabado la paciencia», admite una alto cargo del Consell. No vislumbran que el Gobierno vaya a atender ni el acuerdo de investidura que el PSOE firmó con ellos ni reivindicaciones que surgen por la coyuntura actual, como la cogestión del IMV.
Las fuentes consultadas, unánimemente, resaltan que «hemos cumplido, hemos sido fieles y ellos no».
«No han cumplido ninguno de los puntos del Acuerdo de Investidura», coinciden fuentes nacionalistas en el segundo y tercer escalón del Consell: «El Acuerdo incluía medidas transitorias mientras se elaboraba la propuesta de reforma del sistema de financiación, iniciativas que debían incluirse en los Presupuestos Generales del Estado, como el fondo de nivelación. Pero como este año tampoco van a hacer presupuestos este año ... y van a movilizar 16.000 millones de euros para paliar las consecuencias de la pandemia, ese era el momento y el instrumento para hacerlo, pero no. Y tampoco a cargo de los 140.000 millones de fondos europeos. Y con la negativa del IMV, igual».
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El rechazo a cogestionar el Ingreso Mínimo Vital es considerado por un destacado nacionalista en el Consell como «injusto e insultante, porque además se excusan acusándonos de no saber Gobernar». Una dirigente de Compromís en la Diputación de Valencia apunta también al «poco peso de los socialistas y podemistas valencianos en Madrid. El Botánico allí somos nosotros y poco más».
«Es un caso claro de prepotencia», señalan desde el grupo parlamentario de Compromís en Les Corts. En la coalición no se limitan a lamentar el «no es no» de Sánchez, negativa del presidente que ya no va destinada a Rajoy, sino a ellos. Los nacionalistas atribuyen esa resistencia a llegar a nuevos acuerdos con Compromís («negocian con Ciudadanos, con el PNV, con ERC... lo están haciendo con todos menos con nosotros. Cuando logran los votos suficientes, paran, sin importarles si has sido leal con ellos antes, o si compartes Gobierno en la Comunitat») a razones electorales.
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El fu
Compromís también achaca la situación a una cuestión de competitividad, rivalidad por los votos de la izquierda en la Comunitat, necesidad de evitar que Compromís pueda apuntarse tantos como fuerza útil en Madrid. Incluso señalan movimientos dentro del PSOE para, con el rechazo a las posiciones de la coalición, evitar insuflar oxígeno al presidente de la Generalitat, el socialista Ximo Puig, a cuenta de las luchas internas dentro del PSPV.
«Dentro del PSPV no es todo armonía. Los hay que preferirían gobernar con Ciudadanos. Al fin y al cabo competimos por los mismos votos de izquierda. Además, para que Puig esté fuerte es importante que nosotros no seamos relevantes. Por otro lado, Puig también tiene enemigos en su partido que no van a ponerle las cosas fáciles al Botánico en asuntos en los que prefieren que el punto se lo anote el Gobierno», coinciden dos históricos de Compromís, uno desde el Bloc y otro en Iniciativa, dos de los partidos, junto a Els Verds, que integran la coalición.
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No obstante, las mismas fuentes admiten que el tiempo pasa y los cálculos electorales los hacen todos, no sólo los rivales. «Sánchez dijo el miércoles que Baldoví no podía arrogarse hablar en nombre de los valencianos porque el PSOE es el partido mayoritario aquí. Cierto. Pero hagamos un ejercicio simple: salir a la calle y preguntar, como en 'Un, dos, tres': por 25 pesetas, dígame nombres de diputados valencianos, por ejemplo Joan Baldoví. A ver si alguien sabe alguno más», reta un dirigente de la coalición que intenta preservar su propia voz en el Congreso.
Los nacionalistas también hacen cuentas y miran hacia el medio y largo plazo. Los beneficios de pactar con Sánchez no llegan y Compromís «no puede seguir de comparsa». La coalición teme que se le achaquen responsabilidades ante los negros nubarrones económicos que acechan. La pandemia ha paralizado el mundo. La crisis es casi inevitable y habrá que tomar decisiones difíciles. Si hasta ahora, que la situación aún no se ha agravado, Compromís no se siente escuchado, y prevé que a partir de que se tengan que asumir ajustes la interlocución será aún peor. Igualmente, frente a la posibilidad de que toda la crisis desemboque en un adelanto electoral si vascos y catalanes dejan de apoyar a Sánchez, Compromís busca su espacio, desmarcarse de la gestión del Gobierno. De ahí los votos en contra y una aceleración de las críticas a la gestión del Ejecutivo central.
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Desde Compromís se considera que Pedro Sánchez no comprende el voto negativo de Baldoví en el Congreso a la prórroga, el pasado miércoles, por dos razones: las encuestas avalan esa petición de prolongar el estado de alarma y la posición de la coalición no ha sido transmitida al presidente del Gobierno. «Creen que la gente quiere la prórroga y que votar en contra nos perjudica. Apuestan a corto plazo», indican desde Compromís.
Desde el entorno del diputado nacionalista se indica que Baldoví se estrelló con un muro durante las conversaciones previas a la petición de la última prórroga, algo que ya sucedió semanas antes, cuando los nacionalistas votaron por primera vez en contra. El diálogo con la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, resultó completamente improductivo, según fuentes nacionalistas, por considerar la socialista andaluza que las reivindicaciones sobre la financiación de la Comunitat no podían ponerse sobre la mesa en ese momento. Se lo dijo al propio Baldoví el 13 de mayo en una sesión del Congreso: «No enredemos. No inventemos problemas». Una actitud similar fue percibida de nuevo desde la coalición en vísperas de la última votación, la del 3 de junio. Baldoví contactó con la portavoz del PSOE en el Congreso, Adriana Lastra, quien le pidió brevedad, según fuentes nacionalistas: «Haced lo que queráis, ahora estoy preparando mi intervención y no tengo mucho tiempo». Con el ministro valenciano y secretario de Organización socialista, José Luis Ábalos tampoco ha habido conexión.
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