El aumento interanual obedece al modo en que el Consell prevé incrementar la recaudación entre impuestos directos e indirectos. El Gobierno del tripartito espera subir entre un 15% y un 16% lo que recauda de los valencianos de un año para otro. Lo recaudado en impuestos directos aumenta en 800 millones de euros. Los indirectos generarán 1.250 millones más. A través de «tasas y otros ingresos», el Consell aspira también a hacer caja, 142 millones más a la saca.
Como los conejos de la chistera, el capítulo de Ingresos parece extraído de uno de esos sombreros que John Hetherington inventó en 1797. Con el fin de cuadrar debes y haberes, el año pasado se creó un Fondo de Transición a la Nueva Normalidad, unos 1.000 millones que iban a llegar por una serie de transferencias emanadas de la fe del tripartito. En esta ocasión, se prevé recibir todo lo que se reclama al Gobierno por la atención sanitaria a pacientes desplazados durante los últimos diez años, 800 millones a través del Fondo de Garantía Asistencial, (FOGA). Es una aspiración tan legítima como complicada. El Consell espera que el FOGA que el Gobierno no paga desde 2012 lo haga ahora. No te lo han dado en diez años, pero crees que te lo darán el próximo. Igualmente, de Fondos Europeos se espera recibir 1.187 millones. Sin olvidarse de los más de 1.300 millones reivindicativos de esa financiación que ni llega ni se la espera.
Entre eso, la mejora de la recaudación por impuestos y la reestructuración de la deuda, que alarga los plazos para pagar los números rojos acumulados, el Ejecutivo ha encajado las cifras. Como bien advirtió este lunes España, «el presupuesto es casar el deseo con la realidad», para lo que reduce el volumen de la deuda en las cuentas, pasando del 26,5% del presupuesto a un 23,5%, un total de 902 millones menos en función de una reestructuración de lo que deben a los bancos. Los intereses aumentan, pero se prolonga el margen para devolverlo. Así, para el casamiento entre deseo y realidad, el Gobierno valenciano se calza una chistera de tamaño monumental, como esa que hicieron en Sígsig (Ecuador), récord Guinness, que ya le hubiera gustado a Hetherington: tres metros de planta, por dos metros de alto y 2,50 metros de ala. Así es la chistera del Ejecutivo autonómico.
Enorme chistera
A veces da la sensación de que los presupuestos del Consell se elaboran igual que los malos titulares de prensa. El Gobierno valenciano está repleto de opinadores sobre las deficientes prácticas de los medios de comunicación. Critican las noticias y acusan a unos y otros de caer en esa frase hecha sobre el amarillismo: «Que la realidad no te estropee un buen titular». Con las cuentas públicas valencianas pasa algo similar: «Que la realidad no te fastidie el balance de ingresos». Y es que, como escribe Sánchez Piñol en 'La piel fría', «nunca estamos infinitamente lejos de aquellos a los que odiamos». Al Ejecutivo liderado por Ximo Puig le cuadran las cuentas sí o sí. Pase lo que pase fuera del Palau de la Generalitat o del Almirall, el palacete donde reside la Conselleria de Hacienda, epicentro de fotos de madrugada con todo el mundo poniendo cara de mucha atención a los numeritos que este año coordina Arcadi España, en sustitución de Vicent Soler. La diferencia entre uno y otro al frente de la conselleria ha sido poca. Da igual la realidad. Por lo tanto, da igual la guerra en Ucrania, la contracción económica, las previsiones que rebajan el crecimiento. Da igual todo. El presupuesto para este año tenía que crecer respecto al pasado y ha crecido. Al Consell no iba a llegar la realidad a enmendarle las cuentas.
La deuda se reestructura y la Generalitat retrasa el pago de 902 millones de euros, que en su mayor parte debe al Estado
El año pasado respecto al actual ejercicio se previó aumentar los ingresos un 9%. Obviamente, el Consell no tuvo la culpa de que se declarase una guerra en Ucrania y toda la economía se pusiese patas arriba, si es que no lo estaba ya lo suficiente tras la pandemia. Pero la realidad ha sido que, tal y como reflejan las cifras de la Conselleria de Hacienda, el PIB de la Comunitat pasó de crecer en 2021 un 5,9% a que para este año se espera una desaceleración que sitúe el aumento en el 4,4%. Y aun así, y asumiendo también que el PIB valenciano de 2023 registrará una subida sólo del 2%, un Consell incontinente y con más moral que el Alcoyano sigue expandiendo el gasto y los ingresos.
El Consell ha aprobado unos presupuestos no financieros para 2023 que alcanzan la cifra de 22.116 millones de euros, «la más alta de la historia en gasto real (presupuesto no financiero; es decir, al margen de la deuda), y que suponen un 6,8% más que en 2022 en términos relativos y 1.400 millones de euros más en términos absolutos», explicó el conseller Arcadi España. El conseller puso el acento en que se potencian las conselleries de impulso a los sectores productivos para reforzar el crecimiento económico y generar empleo. De este modo, los departamentos de Economía Sostenible, Política Territorial, Innovación, Hacienda y Agricultura alcanzan los 3.859 millones de presupuesto, un 8,5% más que en 2022.
Más servicios públicos
«Los presupuestos de la Generalitat para 2023 se centran principalmente en la puesta en marcha de acciones contra la emergencia climática; la lucha contra la inflación y protección del empleo; el refuerzo de los servicios públicos y del derecho a la vivienda, y el fortalecimiento de las instituciones y la democracia. Las cuentas para 2023 se centran en cuatro líneas prioritarias: el refuerzo de los servicios públicos y derecho de todos a la vivienda, la lucha contra la inflación y la protección del empleo, la acción contra la emergencia climática y energética y el fortalecimiento de las instituciones y la democracia», señaló España, acompañada por Aitana Mas, vicepresidenta, que puso en valor los pactos internos en el Consell con el fin de que las cuentas puedan aprobarse «a través de la inteligencia colectiva».
En media hora, España y Mas despacharon los presupuestos, pasando de puntillas sobre la infrafinanciación de la Comunitat, que antes servía para que Soler hiciera un monólogo de agravios que se prolongaba durante interminables peroratas. Las filípicas contra el Gobierno central, cuando estaba en manos del PP, se han reducido de manera directamente proporcional a la deuda de los valencianos en manos del Estado, que no deja de crecer, aunque se vaya a pagar en más tiempo.