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Uno de cada seis escaños de la izquierda en Les Corts es un adorno. Durante la nueva legislatura no se emplearán más que para votar, y si además se hubiera podido concentrar los horarios de ese enojoso asunto de apretar el botón, su utilidad a lo largo de los meses se limitaría a un par de horas. Uno de cada seis escaños de la izquierda está ocupado por un conseller. Los miembros del Gobierno valenciano no se plantean, de momento, renunciar a su acta de diputado. Todos, excepto uno, Rubén Martínez Dalmau, de Podemos. La principal resistencia la ofrecen los consellers de Compromís (Mónica Oltra, Vicent Marzà y Rafael Climent) y de EU (Rosa Pérez Garijo). Ambas formaciones aseguran que se mantiene la negativa a renunciar al escaño, mientras que el PSPV sólo contempla esa posibilidad si se trata de una medida que se tome por parte de todos los miembros del Consell. En las filas socialistas hay cuatro diputados duplicando cargos: Ximo Puig, Vicent Soler, Ana Barceló y Gabriela Bravo.
En la pasada legislatura llegaron a contarse seis consellers con acta de diputado, una cantidad que no ponía en riesgo las votaciones de Les Corts por varios factores. En primer lugar, porque PP y Ciudadanos sumaban entonces 45 diputados. Sin los consellers, el Botánico disponía de 49. Las votaciones relativamente menos importantes se desarrollaban con la ausencia total de miembros del Consell. Además, la salida de cuatro diputados de Ciudadanos aún incrementó más el margen para la izquierda.
Las cosas han cambiado esta legislatura por dos motivos: se ha pasado de la media docena a ocho los consellers con escaño y la distancia entre el bloque de la izquierda y el de la derecha se ha reducido a cinco diputados. Ahora, cuando más hacen falta los diputados es el momento en el que, paradójicamente, más escaños están en manos de consellers para quienes las votaciones de Les Corts son más un estorbo que otra cosa a la hora de confeccionar su agenda y de planificar su gestión.
Una solución que pretendía paliar el problema la desmontó Podemos en las horas previas a la última Junta de Síndics de Les Corts, la celebrada el pasado martes. Los podemistas se sumaron a la derecha para rechazar la propuesta de concentrar en un horario determinado las votaciones de leyes e iniciativas que se debaten en los plenos de Les Corts. Se aprobarían o rechazarían las iniciativas al final de cada sesión plenaria en el parlamento. Esa era la idea, de tal manera que los consellers sólo debían adaptar su agenda para estar presentes en el momento de la votación en la Cámara. La modificación de las votaciones y agruparlas (ahora se hace tema a tema, al finalizar el debate de cada punto), sugerida por el presidente de Les Corts, Enric Morera, era rechazada de plano por los podemistas por considerar que empobrecía la actividad parlamentaria, al separar los asuntos debatido de su votación.
El vicepresidente, conseller de Vivienda y Arquitectura Bioclimática y todavía portavoz de Unides Podem en Les Corts, Rubén Martínez Dalmau, afirmó ayer que cree personalmente que «un grupo de ocho diputados», que es el número de escaños de Podemos en Les Corts, «tendría que dedicarse exclusivamente a hacer una labor legislativa en el marco del Parlamento y la gente que esté en el Consell tendría que dedicarse al Consell». Así se pronunció Dalmau al ser preguntado por la situación de Rosa Pérez (EUPV), y qué opinión le merece que no deje el acta.
El vicepresidente e inminente exdiputado recordó que los códigos éticos de Podem y de EUPV son diferentes y en el caso de la formación morada explica que no pueden acumular cargos. Fuentes de EU incidieron precisamente en eso, en que Pérez Garijo, consellera de Transparencia, no se rige por los códigos de Podemos. De renunciar a su escaño la líder de EU, el siguiente en la lista que la sustituiría es de Podemos, lo que supondría dejar a Estefanía Blanes como única diputada de la formación comunista dentro del grupo podemista. Las mismas fuentes recordaron que la situación actual no es insólita, y que cuando gobernaba el PP, con mayorías como la actual, «también había consellers diputados, y muchos alcaldes. Si es una cuestión de cuadrar la agenda, se cuadrará».
Por parte de Compromís, fuentes del equipo de Oltra confirmaron que la vicepresidenta no se plantea dimitir como diputada. En la coalición nacionalista hay voces menos firmes respecto al asunto, si bien Marzà era menos proclive a renunciar que Climent. Desde Compromís se considera que el cargo en el Ejecutivo depende tanto de los pactos de Gobierno como de la voluntad de Puig, el presidente, que es quien tiene la atribución de nombrar o destituir a un conseller, lo que en este último caso, si ha renunciado al escaño, supondría también su desactivación. De este modo, mantener el escaño es un 'seguro de vida política' frente a posibles rupturas del Botánico o pérdida de confianza por parte de Puig.
En el caso de los socialistas, desde la dirección del PSPV se mantiene la posición expresada en las últimas semanas, de ambigüedad. Aseguran que estarían dispuestos a renunciar a los escaños si se tratase de una decisión colectiva, de todos los miembros del Consell. Las mismas fuentes indican que, por ahora, que ocho de los doce consellers sean diputados no representa un gran obstáculo, más allá de tener que cuadrar agendas para evitar perder votaciones.
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