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Eduardo Zaplana, con sus abogados, a su llegada a la Ciudad de la Justicia. J. L. Bort

Los Cotino y la mano derecha de Zaplana admiten los pagos por amaños y acorralan al expresidente

Los empresarios y el político declaran que todo partió de Juan Cotino, mientras José Luis Olivas sigue defendiendo que cobró por lograr una operación con Iberdrola y no fue una mordida

A. Rallo

Valencia

Martes, 16 de abril 2024, 14:51

Juan Cotino fue el gran protagonista de la sesión de este martes en la causa de Erial, el juicio por una supuesta fortuna oculta en el extranjero del expresidente Eduardo Zaplana. Cotino, exdirector general de la Policía que falleció de Covid durante el juicio por ... el amaño de las pantallas de la visita del Papa, se convirtió a su pesar en la diana donde se lanzaron todos los dardos de las confesiones. Su sobrino Vicente Cotino, empresario que ya fue condenado por la financiación ilegal del PP, confirmó, sin apenas rubor, el pago de las comisiones. Pero se esforzó por desligarlo de su autoría. «Mi tío Juan me dijo que esto -en referencia a los pagos- se había acordado en 1997».

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Más tarde, Juan Francisco García, exjefe de gabinete de Zaplana, admitió los amaños de las adjudicaciones. «Sí», dijo con contundencia a la pregunta del fiscal. Pero quiso precisar de dónde vino la propuesta. «Juan Cotino me dijo que tenía interés en que se les adjudicaran varios lotes». Suele ser frecuente apuntar hacia los fallecidos porque las afirmaciones no admiten réplica.

Este interés se trasladó durante una reunión en la que estaba presente el propio Zaplana, según declaró al tribunal. De nuevo, al expresidente se le informa de la adjudicación «el día después» y de todo el cambio de titularidad de las sociedades de Luxemburgo. Pero evitó decir que el dinero que se deposita en la sociedad de la que se hace cargo Joaquín Barceló, supuesto testaferro del exministro, fuera de Zaplana. «Lo que es falso es lo que dijo Barceló de que yo le regalé dos millones a Zaplana. Eso no tiene ningún sentido».

La declaración de García fue contundente respecto a su actuación. Pero algo más benévola respecto a la de Zaplana. Admite que le puso al corriente de los amaños y la marcha de las operaciones y el traspaso de las sociedades. Pero evita decir, de manera clara y directa, que su jefe estaba detrás de Barceló, tal y como el propio testaferro ha confesado. «Sí, en septiembre de 2005 tuve una reunión con él, le expliqué lo que habíamos hecho y cómo había ido y en ningún momento me refería a él como que esos fondos fueran suyos». La deducción más inmediata, no obstante, conduce al expresidente.

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El tribunal quiso profundizar sobre el modo de amaño de la adjudicación. El jefe de gabinete relató que desde que Juan Cotino mostró interés en las propuestas, comenzó una serie de reuniones con e director general de Sedesa para perfilar lo que sería el amaño. «Se hizo de forma fina», indicó. No buscaban que fuera algo grosero sino más bien conceder una «ventaja» a la empresa de los Cotino. Por eso, en los encuentros se perfiló que ninguno de los requisitos más que beneficiara -que también- impidiera que Sedesa fuera la vencedora del proceso.

El jefe de gabinete abordó la regularización de los dos millones de euros de Luxemburgo aprovechando la amnistía fiscal que aprobó entonces el Gobierno del PP. «No me exime de responsabilidad lo que ocurrió. Pero había pasado mucho tiempo, 15 años, y el dinero, lo del 30% de las participaciones, se nos comentó después de la adjudicación, pero no antes». Insistió en este extremo para tratar de rebajar la actuación delictiva. El dinero no se pactó antes de los amaños sino después, en una especia de gratificación espontánea, según el testimonio del acusado. García reveló que se encuentra «arrepentido» de sus actuaciones en aquel periodo y que la confesión de este martes sirve, en parte, «para reparar las consecuencias».

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José Luis Olivas es el segundo expresidente de la Generalitat que se sienta en el banquillo del caso Erial. Olivas ya arrastra una condena previa por la falsificación de una factura y fraude fiscal por el cobro de 580.000 euros. En este juicio, sin embargo, el fiscal sostiene que esa cantidad la recibió como comisión por los amaños. El expresidente de Bancaja, no sin dificultades a la hora de explicarse, se ha querido desligar por completo de todo el proceso administrativo. «A mi me lo dieron todo hecho. Venía predeterminado desde 2002», indicó en referencia a la llegada a la Generalitat.

«Soy presidente de Bancaja y el banco tenía un 20% de la adjudicataria y Sedesa un 25%». Se decide que había que vender, pero no daban el dinero que querían los propietarios porque Endesa con un 55% controlaba la sociedad, explicó el acusado. Olivas había negociado que sólo si la operación salía con éxito, él recibiría un pequeño porcentaje. Logró gracias a sus contactos que Iberdrola entrara en el negocio, circunstancia que generó a sus socios unas jugosas plusvalías.

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Fue el día también para la declaración de Mitsuoko Henríquez, secretaria personal del expresidente a lo largo de su trayectoria pública y privada. Una de las personas de su máxima confianza. La acusada ha completado una declaración con absoluta tranquilidad y ha justificado las labores que hacía para Joaquín Barceló como una cuestión de amistad que su entonces jefe, Eduardo Zaplana, conocía. Reconoció que sacaba dinero de la cuenta de Zaplana porque este le autorizaba y para costear diferentes gastos personales de su superior. A esto atribuyó, por ejemplo, los 50.000 euros que se le requisaron en su despacho profesional.

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