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Las hemerotecas guardaban hasta la fecha aquella frase de Rita Barberá a Serafín Castellano en la noche electoral de 2015. «¡Qué hostia, qué hostia!, repetía ... la alcaldesa al entonces delegado del Gobierno tras conocer el escrutinio de aquella nefasta jornada para los populares. Fue el inicio del Botánico, el gobierno progresista que el PSPV capitaneó, curiosamente, con los peores resultados de la historia. Aquel sería un buen punto de partida para tratar de definir lo que ha ocurrido en las últimas horas, consecuencia directa de los acontecimientos de los últimos años en el seno de los naranjas.
Paliza, humillación, terremoto, profunda decepción, desolación, tristeza, resignación y quién sabe si también desaparición. La agonía quizá se prolongue hasta las generales. Pero a Cs le queda poco oxígeno. Una de las pruebas a los marines de los EE UU consiste en arrojarte a una piscina con las manos y los pies atados. De tal forma, que la manera de aguantar es sumergirte, llega al fondo y desde ahí impulsarte a la superficie para coger aire. Y así sucesivamente. Pues a Cs lo acaban de tirar a la piscina.
Los datos permiten dar contexto del histórico desplome de la formación. En las locales de 2019, el partido, entonces liderado por Toni Cantó, obtuvo unos 249.000 sufragios que le permitieron transformar en más de 300 responsables municipales. En la escena autonómica, se convirtió en la tercera fuerza política (18 escaños) a un sólo representante del PP. El sorpaso de erigirse en el principal partido de la oposición nunca estuvo tan cerca. Cs estaba en la cresta de la ola. El momento era formidable. En este 2023, el recuento de las elecciones municipales no han llegado ni al 2% de los sufragios frente al 10,65% de hace cuatro años. Apenas conserva una treintena de responsables públicos. El resultado en Les Corts no por previsible deja de ser menos doloroso para la formación naranja. De los 18 diputados ha pasado a quedarse fuera de Les Corts. De 470.000 apoyos a poco más de 30.000. Un drama.
Todo empeoró desde entonces. La división y las fugas han marcado la génesis del partido especialmente en la Comunitat. Carolina Punset, la primera síndica, abandonó la formación. Hoy -y no resulta sorprendente- es asesora de Ximo Puig en la Comunitat. Ahora se verá obligada a buscar nuevos destinos. En los abandonos, le siguió Toni Cantó quien tras su paso por el PP parece buscar acomodo en Vox. Su sucesora Ruth Merino se enfadó muchísimo con su compañero. El malestar era de tal envergadura que terminó recorriendo el mismo camino: hacia el PP. El partido se fracturó en Les Corts y cuatro diputados llevan años en el grupo mixto, alejados de la dirección, pero sin renunciar al sueldo público.
El panorama no era sencillo para la heredera, Mamen Peris. Hoy mismo se reúne en Madrid con el comité de dirección del partido. Lo más probable es que dimita. Los últimos meses las fugas han continuado en la formación con Rocío Gil, por ejemplo. El PP supo trasladar con esta serie de incorporaciones el escaso futuro que tendría Cs en esta tesitura.
De esta forma resultaba cada vez más complicado ofrecer una expectativa de futuro mínimamente optimista. Tampoco ha podido colocar demasiados mensajes en la campaña acerca de ese centro político.
El partido, descolocado, ha criticado la corrupción del PP y del PSPV, ha rechazado que Vox lleve a un candidato condenado por violencia de género y ha atacado con fuerza las propuestas de Podemos de los supermercados públicos y la agencia de la energía. Sus medidas, a los autónomos, jóvenes y familias, apenas han tenido repercusión.
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