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BURGUERA
Viernes, 30 de abril 2021, 00:57
El descontento y la desconfianza en el PPCV es directamente proporcional en estos momentos a la cantidad de cabos sueltos en relación a las jerarquías del partido. Ahora mismo, alegrías pocas, confianzas menos y un amplio abanico de posibilidades. Por todo esto, en la dirección de los populares valencianos se encendieron ayer las alarmas y se dispararon los gestos de disgusto cuando supieron que María José Catalá apela a la «generosidad» de Isabel Bonig, y recuerda que Alberto Fabra ya dio un paso al lado. Fuentes de la dirección del PPCV señalan que Catalá, líder del PP en la ciudad de Valencia, busca un blindaje frente a las turbulencias en el partido a cuenta del posible relevo de la presidenta Bonig y, especialmente, de su equipo al frente del partido. Nada peor que caer por fuego amigo. Nada peor, pero muy habitual en política. Así que, interpretan las mismas fuentes, Catalá aspira a un puesto que le asegure un futuro cierto en el partido tras el próximo Congreso. ¿Qué puesto? El número uno, no. Además de Bonig, que en su momento anunció su intención de renovar la presidencia, suena mucho para sustituirla (más bien, retumba) el nombre de Carlos Mazón, presidente de la Diputación de Alicante. ¿Y el número dos? Ahí es donde apuntan las sospechas entre miembros de la actual dirección. Una secretaría general que ahora ocupa Eva Ortiz.
El problema de que se suelten los cabos y se pierdan amarres es que las embarcaciones pueden quedar a la deriva. El ancla es un Congreso Regional para el que no hay fecha ni hoja de ruta. Cada uno busca cómo salvarse ante un posible naufragio. Desde Génova soplan vientos que escoran a la actual dirección del PPCV. Bonig quiere aguantar el timón. Por ahora. Su tripulación peligra. Ortiz es su mano derecha y el tándem acumula amigos y enemigos entre caras visibles e invisibles del partido.
Tampoco es que Catalá navegue en una balsa de aceite. Tiene a Francisco Camps postulándose y esperando llamadas del PP. No le llaman, pero mientras, a la líder del PP en Valencia se le amotinan en la bodega. Y mientras intenta congraciarse con los populares clásicos, mira de reojo hacia Madrid, donde Toni Cantó anda pendiente de destino. Si gana Ayuso y el exsíndic de Cs encuentra acomodo, Catalá respirará (más) tranquila.
Fuentes del entorno del Bonig aseguraron ayer que ella «está siendo, y ha sido, muy generosa, mucho» y advierten que ya se verá, con el tiempo, si todo el mundo lo es. Catalá desmintió ayer que apelase a la generosidad por aspiraciones políticas y consideró «ciencia-ficción hablar de la secretaria general cuando no sabemos cuándo se convocará el congreso y no tenemos presidente o presidenta». La dirigente popular en la capital reclamó ayer que se encuentre a una solución que no provoque «fracturas». Y mientras, Mazón, callado.
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